
El Consejo de Colegios de Médicos de Castilla-La Mancha, tras analizar el Borrador del Anteproyecto de Ley del Estatuto Marco del Personal Sanitario de los Servicios de Salud, se opone a varios puntos principales por su impacto en los derechos y condiciones laborales del personal médico.

Misma retribución a igual trabajo
En el capítulo de los Derechos retributivos, este Consejo propone la eliminación del “Complemento de dedicación exclusiva” por considerarlo discriminatorio, innecesario e ineficaz.
Las Restricciones a la compatibilidad entre el ejercicio público y privado, que afectaría particularmente a médicos en cargos intermedios y recién egresados del sistema MIR, generaría, a juicio del Consejo, «un más que probable impacto negativo en la captación y retención de talento añadiendo dificultad de contratación sobre todo en los centros de difícil cobertura».
A su juicio, esta ley no debería contener apartados que no pueda aplicarse a todo el personal estatutario por lo que las restricciones aplicadas exclusivamente al personal médico pueden calificarse de discriminatorias. Además, todo trabajador tiene derecho a recibir la misma retribución a igual trabajo.
Incompatibilidad
Cualquier incompatibilidad con el ejercicio privado debería reservarse para puestos de confianza donde se tenga acceso a información de carácter estratégico que pueda utilizarse en beneficio de la actividad privada.
Así, insiste el Consejo en que «no existe ninguna documentación que demuestre que un cargo intermedio desarrolle mejor su trabajo por no tener una segunda actividad, por lo que esta medida no está basada en evidencias que hayan demostrado eficacia».
En el capítulo de Movilidad y desarrollo profesional, el Consejo considera si bien dicha movilidad podría justificarse en casos extremos de violencia de género o terrorismo, en otros casos generaría desigualdades en la implementación de evaluaciones del desempeño y desarrollo profesional entre comunidades autónomas.
El Consejo de Colegios de Médicos de Castilla-La Mancha vuelve a solicitar del Ministerio de Sanidad que reconozca a los profesionales médicos como grupo A1Plus, una categoría profesional que estaría en consonancia con los deberes y obligaciones que afrontan los médicos como principales responsables del diagnóstico o tratamiento del paciente, y que el Gobierno no ha reconocido.
Jubilación
Otra de las reclamaciones del máximo órgano de los Colegios de Médicos de Castilla-La Mancha es “el reconocimiento de las horas de guardia a efectos de jubilación”.
Parece conveniente establecer una normativa propia para el personal estatutario en todos los servicios de salud derivada de la necesidad de que su régimen jurídico se adapte a las específicas características de su ejercicio. Pero la adopción de medidas que restringen derechos laborales, limitan la flexibilidad profesional y dificultan la organización pueden desincentivar la dedicación al sistema sanitario y afectar la calidad asistencial.
«Nos ponemos a disposición de la Administración dentro de nuestro espíritu de colaboración institucional y del objetivo compartido como es la mejora del Sistema Sanitario y de la búsqueda de la excelencia en el ejercicio de nuestra profesión», termina el comunicado de los colegios.
Otro punto de vista.
NO PODEMOS ACEPTAR UNA SANIDAD PRE-CONSTITUCIONAL.
La brutal y grosera medicalización de la gestión y administración sanitaria existente en nuestro país, hace dudar de que los diferentes servicios y recursos clínicos estén realmente al servicio de los ciudadanos, o si, por el contrario, obedecen a perpetuar las déspotas esferas de poder y control absoluto galénico.
No se puede admitir, la abismal desproporción entre la dotación de médicos y otros colectivos clínicos. En el caso de Castilla-La Mancha, el déficit de enfermeras, por poner un ejemplo, podría estar en 6.000 o 7.000.
Los “derechos y condiciones laborales” que pretenden mantener los galenos, considero que implican la total falta de control de su rendimiento laboral; o el incumplimiento horario de la jornada de trabajo, en no pocos casos.
Podríamos hablar igualmente de las infinitas líneas de especialización que se permite a los médicos, a la vez que se cierran y/o limitan para otro personal clínico. Lo que hace necesario que se revise y cuestione su absurdo grado formativo de 6 años de duración. Lo normal, es que se pensara en aumentar la formación de aquellos colectivos clínicos a quienes se les imposibilita tal especialización en las áreas sanitarias en que participan.
Los “sufridos” galenos nos hablan también de sus derechos retributivos. Realmente sus guardias, dado la dotación de sus plantillas, deberían resultar innecesarias. Señalar que al resto de personal, el trabajo en festivos o excesos de jornada se les paga con días de libranza. Ellos por el contrario, quieren mantener los injustos sobresueldos que suponen tales guardias, además de la libranza al día siguiente. Lo de pretender que se les abonen las guardias, sin realizarlas realmente, o disminuyendo las horas de las mismas, sencillamente raya en lo inmoral. La sociedad no se puede permitir tal despilfarro de dinero público.
La “dedicación exclusiva” no deja de ser otra reminiscencia pre-constitucional. Otra de las infinitas prebendas del colectivo médico. Y por supuesto, en el siglo XXI, resulta anacrónico hablar de compatibilidad del ejercicio en la sanidad pública y en la privada. Como es lógico, los ciudadanos consideran una indecencia los diferentes rendimientos laborales que un mismo médico puede tener en uno y otro ámbito.
Cuando habla el consejo médico regional de “iguales retribuciones a igual trabajo” debería advertir el exceso de médicos actual que podría cifrarse en algunos miles, en el caso de Castilla-La Mancha, según las ratios de varias organizaciones internacionales, y en base a la dotación de enfermeras. En consideración al referido desfase, la incompatibilidad del médico que trabaja en la sanidad pública para ejercer en los negocios sanitarios privados resulta incuestionable.
La facilidad para filosofar del colectivo médico se manifiesta cuando hablan de “movilidad y desarrollo profesional”. Opino que nuestra sanidad seria más efectiva y segura si el actual numero de especialidades médicas se redujera a la tercera parte de las existentes.
Ignora el conclave galénico castellano-manchego que cada uno de los colectivos que intervienen en el ámbito sanitario tiene sus propios “deberes y obligaciones”. Que la cadena de aportaciones de cada grupo es importante, pues si falla un eslabón se producirá una rotura de la misma. Es decir, el fracaso de un proceso sanitario, poniendo en riesgo la seguridad del paciente.
Y claro que los médicos son los principales responsables del diagnóstico y tratamiento “médico” -les falta remarcar esta palabra-, de un paciente. Al igual que otros profesionales deberían serlo del diagnóstico y tratamiento -bajo su campo profesional-, también del paciente, utilizando sus propias taxonomías e informes clínicos. Aunque claro, la soberbia y prepotencia médica impide que algunos colectivos puedan ejercer su derecho a utilizar y desarrollar tales diagnósticos y tratamientos, propios de su profesión.
Ya he expresado en algunas ocasiones mi preferencia por utilizar la expresión “grupo A suprema”, como se utiliza en el mazapán, en lugar de “A1 Plus”. Un ejemplo más del rancio clasismo que adorna a la profesión médica. Aunque con un grado de 4 años, como el resto de la mayoría de titulaciones universitarias, se haría justicia y se evitarían tantas ínfulas y “facultativos” desvaríos.
El último párrafo de la proclama (“nos ponemos a disposición de la administración…”) resulta tierno y conmovedor. Si realmente les interesa la excelencia en el ejercicio de su profesión, resulta que han tomado la dirección contraria.
Nuestra democracia no debe permitir ese miedo de los ciudadanos al poder infinito de la esfera médica; o la connivencia de esta última con las diversas raleas políticas. Es necesario que la Constitución de 1978 llegue, por fin, también al ámbito sanitario.
Señor Isidoro…..veo mucha envidia….la facultad estaba abierta psra todos….ahora…. a rascarse
Veo que se identifica con un nombre falso. Pero aún así, le contestaré.
Mi profesión elegida hace que me desarrolle como persona, me da muchas satisfacciones y me hace muy feliz.
Reitero que no podemos consentir que alguien se mantenga al margen de nuestro ordenamiento jurídico, ejerciendo la soberbia y el despotismo en nuestra sanidad.
Así que es usted el que debe rascarse, pues yo no tengo necesidad alguna de ello.