• Estrategias para gestionar un trauma

    El Autor

    Isabel Muñoz Galindo

    Psicóloga de la asociación Lassus

    La palabra trauma deriva del griego y significa “herida”. El trauma es una “herida psicológica” que puede ser provocada por variadas situaciones. Es el resultado de la exposición a un acontecimiento estresante inevitable que sobrepasa los mecanismos de afrontamiento de la persona. El trauma genera un nivel muy alto de estrés en el cerebro.  A veces el trauma ocurre a través de un periodo de tiempo vital prolongado en el que el niño vive una atmósfera emocional que carece de calidad afectiva, sufre malos tratos físicos o psicológicos.

    Podemos dividir las experiencias traumáticas en dos tipos:

    Trauma t: cuyo origen está relacionado con hechos, aparentemente, de menor importancia. Son estresores o déficits precoces, únicos o repetidos como por ejemplo desapego de una madre hacia su hijo a una edad muy temprana, humillaciones infantiles, fracasos, rechazos, discusiones, acoso laboral, acoso escolar.

    Trauma T: Por la gran magnitud de las causas. Son eventos traumáticos en los que la persona podría morir, accidentes graves, maltrato físico, sexual, guerras, desastres naturales, atentados, abortos.

    La importancia del trauma no determina la forma en que nos afecte, eso también dependerá de la historia de la persona, su entorno afectivo (apoyo que reciba), el momento en que se produzca, la duración del evento traumático.

    Existen dos patologías principales que se relacionan con el trauma:

    Trastorno de estrés postraumático: El sujeto ha vivido, presenciado o se ha encontrado ante un hecho potencialmente mortal, con peligro de muerte o de heridas graves, o de amenaza para su integridad física o para la del otro.

    Presenta uno o más síntomas de intrusión: Recuerdos recurrentes, sueños angustiosos, el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso, malestar psicológico intenso, reacciones fisiológicas intensas.

    Síntomas de evitación persistente de recuerdos o de recordatorios externos que despiertan los recuerdos.

    Dos o más síntomas de alteraciones  negativas cognitivas y del estado de ánimo como incapacidad para recordar un aspecto importante del suceso traumático, creencias negativas exageradas sobre uno mismo, los demás y el mundo, percepción distorsionada que hace que el individuo se acuse a sí mismo y a los demás del suceso, estado emocional negativo (culpa, enfado, vergüenza, temor), disminución del interés y la participación en actividades, sentimiento de desapego, incapacidad de experimentar emociones positivas.

    Dos o más síntomas de alteraciones importantes de la alerta y reactividad asociada al suceso traumático: Irritabilidad, comportamiento autodestructivo, hipervigilancia, repuestas de sobresalto exageradas, problemas de concentración y alteraciones del sueño.

    La importancia del trauma dependerá de la historia de la persona

    La duración es superior a un mes.

    Trastorno de estrés agudo: La diferencia con el anterior es que la duración del trastorno es de tres días a un mes después de la exposición al trauma y tiene que presentar nueve síntomas o más de intrusión, estado de ánimo negativo, síntomas disociativos, evitativos, de alerta.

    La desensibilización y retroprocesamiento por movimientos oculares (en adelante EMDR) es una psicoterapia integrativa y validada científicamente  que combina elementos del psicoánalisis, cognitivo-conductual, teorías del apego. Es un método eficaz para el tratamiento del Trastorno de Estrés Postraumático.

    La terapia con EMDR hace revivir el trauma en una situación de seguridad dentro del marco terapéutico, produce un cambio en la perspectiva cognitiva, al contarlo lo solucionamos, recoloca el acontecimiento en el pasado, y consigue que se asimile y se integre la experiencia. Los recuerdos no procesados que contienen las emociones, sensaciones y creencias son el blanco de la terapia con EMDR.

    Antes de aplicar la técnica en si  se evalúa la historia del paciente. A través de estrategias de Psicoeducación,  tolerancia al estrés y manejo de emociones se le prepara para llevar a cabo la técnica. Se evalúan las emociones, creencias, sensaciones físicas asociadas al recuerdo del trauma.

    En otras fases se accede a los recuerdos asociados al trauma y a través de movimientos oculares (sin mover la cabeza seguimos los dedos del terapeuta para estimular movimientos del ojo) o de tapping (dar golpecitos) o mediante sonidos se consigue que el paciente modifique las creencias negativas sobre si mismo asociadas al recuerdo y elimine las sensaciones físicas perturbadoras.

    En conclusión si hemos sufrido una experiencia traumática y observamos que no la hemos gestionado de forma adecuada lo principal es:

    1 Aceptar que tenemos un problema y pedir ayuda a un profesional. No esperar más, ponernos a trabajar en ello con ayuda lo superaremos antes. El tiempo no todo lo cura, un tiempo en el que somos agentes activos de nuestro cambio sí. Implicarnos para cambiar.

    2 Contarlo lo que nos pasa a alguien de confianza que nos escuche y nos sirva de apoyo emocional. Pero de forma puntual, no estar todo el día hablando de ello.

    3 Paciencia y constancia. Cada persona necesita su tiempo.

    4 Si estamos en un momento complicado en nuestra vida cuidarnos más. Actividades que nos gustan, ejercicio físico, cuidar nuestra alimentación.

    5 Conocernos más. Analizar nuestra forma de pensar, cómo nos sentimos y aprender estrategias diferentes y ponerlas en práctica.

    6 Poner en práctica técnicas de disminuir nuestros niveles de activación y relajarnos. Como por ejemplo técnicas de respiración y relajación.

    Os invitamos a la charla “Estrategias eficaces para gestionar una experiencia traumática” que tendrá lugar el próximo 22 de marzo a las 19.00 horas en el Centro Cultural El Ensanche.