• Farmacia abre el curso de los 85 alumnos

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    La decana, Mar Arroyo, momentos antes de inaugurar el curso académico.

    A sus seis años recién cumplidos, la Facultad de Farmacia de Albacete no deja de crecer. Acaba de inaugurar el nuevo curso académico con 85 alumnos nuevos, 20 más que el año pasado. Además, ya ha formado a 59 graduados “made in Albacete” que no saben lo que es el paro.

    Farmacia empieza un nuevo curso con veinte alumnos más y el cambio de sede a la vuelta de la esquina, ya que se prevé que en enero se mude a su nueva ubicación, detrás de la Facultad de Medicina.

    La facultad albaceteña, una de las más demandadas del país, crece, pero se mantiene fiel a su fórmula, que no es otra que la de un centro público que funciona como si fuera privado tanto por la cercanía del profesorado como por el acceso a las prácticas.

    Así lo ha puesto de manifiesto su decana, Mar Arroyo, quien ha recordado que, además de las prácticas en laboratorios, sus alumnos cuentan con 200 horas de experimentación en los cuatro primeros años de carrera, prácticas tuteladas de seis semanas en farmacias hospitalarias y 18 semanas de estancias en farmacias comunitarias. La alianza con el Colegio de Farmacéuticos y el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete permite a estos estudiantes graduarse después de haberse entrenado en las múltiples salidas que tiene su carrera.

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    Entre los 59 graduados, Farmacia tiene alumnos preparando el FIR, es decir, estudiando para trabajar en un hospital; contratados en oficinas de farmacia e, incluso, puede presumir de contar ya con una alumna que ha llegado al “olimpo” del funcionariado. Silvia Ortiz Simarro, alumna de la Primera Promoción, ya pertenece al Cuerpo de Farmacéuticos Titulares del Estado.

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    Es difícil entrar, ya que la nota de corte de este año se ha quedado en un 11,126, pero los estudiantes de la Facultad de Farmacia de Albacete pasan a formar parte de una familia de la que no se desligarán nunca. De hecho, los nuevos alumnos contarán con el programa Frater, en el que estudiantes de otros cursos actuarán como “mentores” para ayudarles en el salto del instituto a la Universidad. Además, después de graduarse, su facultad no les perderá la pista. Seguirá orientándoles y pendiente de su futuro profesional.