• Formar a médicos especialistas

    El Autor

    José Joaquín Alfaro Martínez

    Servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete

    Hace años que se habla del problema del déficit de médicos especialistas derivado, en parte, de la jubilación del miles de médicos que empezaron a ejercer a finales de los años 70 o durante la década de los 80; sin olvidar las necesidades de una población cada vez más envejecida o de la fuga de profesionales a otros países en busca de mejores condiciones de trabajo.

    No podemos confiar en que un problema complejo, como es este, se arregle con una solución simplista, y sin embargo muchas veces ese es el tipo de soluciones que se ponen encima de la mesa.

    Desde que un joven empieza su formación en la Universidad hasta que puede ejercer como médico especialista pasan no menos de 11 o 12 años: 6 años de carrera, 1 de preparación del examen MIR y 4 o 5 años de formación como médico interno residente (MIR) dependiendo de la especialidad elegida. Por ello, es necesario planificar con mucha antelación la formación pre y postgrado si se pretende adecuar el número de médicos especialistas que salen cada año de nuestros hospitales a las necesidades previstas.

    Teniendo en cuenta que muchísimos estudiantes desean entrar en las Facultades de Medicina y no lo consiguen, o que hay especialidades deficitarias en médicos especialistas, ¿por qué no aumentar sustancialmente el numerus clausus de nuestras facultades, o directamente eliminarlo? ¿Y por qué no ofertar muchas más plazas de formación especializada en el examen MIR si muchos aspirantes se quedan sin poder elegir la especialidad deseada? Esas serías soluciones simples a un problema complejo.

    Un médico no se forma sólo con clases teóricas

    Un médico no se forma solo asistiendo a clases teóricas en la Facultad. Necesita pisar las plantas de hospitalización, entrar a quirófano, a paritorio, estar en consultas externas o hacer asistencia domiciliaria junto a sus profesores. Pero además, en cualquiera de estos lugares el estudiante no puede ser un mero espectador, tiene que tener la oportunidad de preguntar a su profesor, de interactuar con el paciente, de ser, en definitiva, elemento activo de su formación.  Esto es mucho más evidente en el MIR: El especialista en formación realiza asistencia sanitaria en primera persona, supervisado por su tutor.

    Hay una limitación de espacio y tiempo

    Lo descrito en el párrafo anterior hace evidente que hay una limitación, por espacio y tiempo, en el número de estudiantes y residentes que pueden formarse en un determinado centro.  Por una parte, existe una limitación puramente de espacio físico: el número de quirófanos, el número y la superficie de las consultas, el número de sillas de que se dispone (aunque pueda sorprender, a veces no puede rotar un estudiante o residente porque no cabe en el local de consulta). También hay una limitación de tiempo. Es bueno, necesario, que el estudiante pregunte sobre el proceso asistencial del que es testigo. En los 10 o 15 minutos de una consulta se puede responder a las preguntas de uno o dos estudiantes, pero no a más, y eso “robando” tiempo al paciente. 

    El paciente

    Pero es que, además, no es razonable que un paciente entre a una consulta y se encuentre con 5 o 6 estudiantes/residentes junto al médico responsable de la asistencia. El paciente acude al centro sanitario para ser atendido y entiende perfectamente que haya personal en formación en él, pero no puede tener la sensación de que entra a una plaza de toros y él es el toro en una tarde de “no hay billetes”. Esta limitación de espacio y tiempo es más evidente en aquellos Servicios que participan en la docencia de múltiples especialidades, como Medicina Interna o Radiología.

    La experiencia es clave

    Además, en el caso del especialista en formación la necesidad de armonizar personal y disponibilidad de espacio-tiempo tiene otro matiz: el MIR tiene que atender él al paciente, con la supervisión necesaria en cada caso. ¿Quién querría que lo interviniera un cirujano que durante su residencia apenas ha podido participar en cirugías porque tenía que compartir quirófano con muchos compañeros? ¿Quién permitiría que le hiciera una colonoscopia un gastroenterólogo que apenas ha pisado la sala de endoscopias durante su formación? ¿O quien querría tener un médico de familia que no ha podido atender personalmente a casi ningún paciente en su Centro de Salud durante la residencia y se ha tenido que limitar a “ser un mirón”?

    Un problema complejo que exige soluciones al mismo nivel

    Y no hablo del tiempo sin paciente que profesores y tutores deben dedicar a la docencia y que se detrae de la asistencia. Ese es otro tema, también a tener en cuenta.

    Problemas complejos exigen con frecuencia soluciones complejas. Más nos vale que quien tiene que proponer e implementar esas soluciones lo haga teniendo en cuenta todos los aspectos del problema y no solo lo que tiene en cuenta cualquier paisano en la barra de un bar.

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