• Hemodiálisis, condenados a la ambulancia

    El Autor

    Antonio Escribano

    Presidente de Alcer en Albacete

    Hoy amanece un poco más tarde. Pero a mí esto no es lo que me preocupa. Estoy acostumbrada a levantarme con el Sol y si es antes, tampoco me disgusta. En el pueblo hay tantas cosas que hacer. Tengo  la casa, mis vecinas, mis plantas, mis animales, la comida. Yo no me aburro. Luego la compra, el ponerse  al corriente de la vida del pueblo, de mi vida, pues aquí todos somos uno y aunque nos peleemos, seguimos, como en familia.  

    Pero hoy… 

    Hoy cogeré la ambulancia, como tantos otros días. A las 6. 

    Pero hoy… 

    Ya no volveré a mi pueblo. Tantos kilómetros ya no los aguanto y 4 horas al día de viaje son muchas para mi salud y al volver, mareada de las 4 horas de diálisis, siento que mi mala salud, se resiente. Yo, lo comprendo, no puedo seguir así. Antes sí. Pero ahora… 

    Y dejaré  mi casa y mi pueblo. Estas tierras que me envuelven cada día. Y esta alma que hay entre todos y que nos hace sentirnos de aquí. 

    No reniego, pero ahora, cada cosa que miro se me cae de los ojos. Ya se irán marchitando, envueltos en el polvo y la soledad. 

    Subiré otra vez con Juan, que tantas veces me ha hecho el viaje un poco más entretenido. Será otra despedida. 

    No sé donde iré, primero mi nuera me acogerá, pero cuánto tiempo. Sé, que no puede, ahora trabajan, no tienen tiempo y la casa es pequeña. Antes o después me buscarán una residencia. Son bonitas, como de ciudad, tienen de todo y tan limpias. 

    Pero ahora que veo el campo, recuerdo como almorzábamos, después de trabajar y charlábamos juntos y hasta nos meábamos de risa. 

    Siento que, no solo, se me va el pueblo, se me van los recuerdos

    Ahora no sé a quién podré contar lo que hemos vivido. Siento que, no solo, se me va el pueblo, se me van los recuerdos, pues no sé, con quien los voy a compartir y se me va esa ilusión de tener algo mío. Mi pueblo. 

    En diálisis me apoyan mucho, pero allí, no se está para alegrías, hay mucho trabajo y casi todos están en lo suyo. Luego en casa paso mucho tiempo embobada con la tele, casi no la miro, más bien, me adormece más. Y los vecinos nos saludamos y hablamos del tiempo, pero por no saber de qué hablar. 

    Bueno, mañana amanecerá más tarde, pero las horas, serán, más lentas.