• Descubrimos otra cara de la fantástica Hoya del Conejo

    El Autor

    Rigoberto López y Manuel Martínez

    Profesor de Psicología en la Facultad de Enfermería y médico dentista, bardo y brújula de las rutas

    La tarde empieza lluviosa. La expectativa nos lleva a incluir en nuestras mochilas ropa de agua y paraguas. Los limpiaparabrisas no descansan hasta Tobarra. Llegamos a Agramón y proseguimos en dirección a Minas. Poco después de que el Puente del Azaraque cruce el Río Mundo, giramos a la derecha para seguir por el Camino de Aníbal.

    A nuestra izquierda, la Umbría de los Donceles que reverdece de pinos y contrasta con los roquedales de la Sierra coronadas sólo por densas nubes blancas.

    A nuestra derecha, las tierras llanas regadas por el Mundo y los Altos de Terche y Cabeza Llana. Algunos charcos denotan que pasó por aquí la nube y puede que nos respete a partir de ahora, lo que incita a nuestra conductora a apretar el pie derecho sin mucho miramiento.

    La lluviosa primavera se abre paso

    Un ruido raro nos hace detenernos, la rueda derecha está desinflada. Que contrariedad. Saltan las alarmas. El hombre brújula se transforma en MacGyver y toma las riendas. Tirado en el suelo, busca la rueda de repuesto. Tras la investigación y con algunos vídeos, conseguimos hacer efectivo el ‘phus’ que saca la rueda de su escondite. Falta una llave. Con ayuda de un destornillador seguimos avanzando y colocamos la rueda que disipa nuestras incertidumbres.

    Prudentemente, continuamos nuestro itinerario. Dejamos a la izquierda la Rambla del Prado Piñero y varios picos de la Sierra de los Donceles, entre ellos el punto más alto de esta sierra, Donceles (808), que luego rodearemos por su cara oeste.

    Nos desviamos a la izquierda para llegar a la Hoya del Conejo, magnífica fortaleza donde se cuece la regeneración de este terreno abrasado hace años.

    Aparcamos y nos colocamos las polainas, la tarde está estupenda para andar y no amenaza lluvia. Empezamos por camino partiendo de 509 metros, y subiremos algunos picos de la cuerda que están entre 650 y 720 metros. La Hoya está pletórica de plantas bajas, los únicos árboles que encontramos están calcinados en el suelo y algunos pimpollos de pino que surgen con fuerza.

    Un jardín botánico ‘salvaje’

    Variedades de jara, jarilla, retama, romero, tomillo, aliagas, gamones y tiernas florecillas colorean intensamente la cazoleta. Tonalidades de verdes predominan en matojos, chaparros, esparto, romero, espino y muchas variedades que no conocemos su nombre. El olor de las plantas y de la humedad impregnan el ambiente. Los caracoles pasean con sus parejas y desprenden un intenso olor a campo.

    Vamos tranquilos y disfrutando de las sucesivas y diferentes visiones de la Hoya del Vonejo y valles colindantes, río Segura y Minas, Hellín pueblo, volcanes de Cancarix y Salmerón, Sierras de Pajares, Seca, de las Cabras, de Cubillas. En estas contemplaciones nos tomamos el té, chino y de frutos rojos, y pequeñas tortas de manteca.

    Poco recorrido, pero intenso

    El vértigo no nos frena

    Y seguimos cresteando. Reconocemos antiguas sensaciones de vértigo en alguna cara y el contacto con las piedras, culo a tierra, para descender por tramos arriesgados. También reconocemos el valor y la tenacidad que tantos disfrutes nos producen.

    Y es que el contacto con la naturaleza nos recarga una y otra vez, hasta tal punto que salimos en cualquier condición meteorológica. Acortamos un poco la previsión, para ir descendiendo en busca de un arroyo y del camino que nos lleva al coche.

    Dejamos para la semana próxima la otra parte de la fortaleza para seguir disfrutándola y tal vez con nuevas floraciones si el sol hace su aparición pronto.

    Han sido algo más 3 kilómetros complicados, en dos horas y media, con un desnivel de 150 metros. De regreso, recordamos a Aníbal y sus elefantes. Activamos el modo tontuna riendo y llorando sin conocimiento. Y ahora, sin saber a qué cuento, me encuentro deshilachando el cartón de un rollo de papel higiénico, como si estuviera recibiendo algún mensaje sideral.

    📍Aquí puede consultar la ruta en Wikiloc

    ➡️ Tiene otras rutas en la sección ‘Senderismo’

    No era la primera vez que íbamos a la Hoya del Conejo

    Comentar

    Su dirección de correo electrónico no será publicada.Los campos necesarios están marcados *

    *