
Los pacientes de la sanidad pública somos la diana de todo conflicto. Huelga decir que la protesta de los médicos -a los que les falta poner la cama- está más que justificada, y que a los técnicos de ambulancia ya no se les puede hacer más daño. Pero si hay un podio del sufrimiento en el Sistema de Salud de Castilla-La Mancha, ese se lo han ganado a pulso quienes esperan en Urgencias, quienes se arman de paciencia llamando al centro de salud o quien esta mañana acababa llorando porque no le han hecho el TAC que debía determinar en qué punto está su cáncer.

Nos hemos visto tirados en el suelo de urgencias; enterrados sin duelo; sufriendo un cáncer sin diagnóstico y llorando el miedo a la enfermedad en la más absoluta soledad. Y ahora, las huelgas, culpa de la Administración, las pagamos también nosotros, los pacientes. Nadie escucha a los técnicos de ambulancia, que han terminado por negarse a hacer de celadores. Y cuando los médicos, después de dar la vida, han visto que el rodillo gubernamental acababa con su formación MIR, también han reaccionado.
En este divide y vencerás, que se le está dando de miedo a los de arriba, todos llevan razón, todos tienen motivos, pero pagamos, y no precisamente justos por pecadores, los de siempre, los pacientes.
Hoy ha llamado a Diario Sanitario una paciente llorando porque, después de pasar la noche en vela por los nervios, ha acudido en ayunas a hacerse el TAC que debía indicar cómo evoluciona su cáncer. Y se ha encontrado con que no le podían hacer la prueba. También se ha ido con las manos vacías la madre de una lectora a la que han tenido toda la mañana en un pasillo esperando a que la llamaran para darle resultados. Nadie ha tenido el detalle de advertirle que el médico estaba secundando la huelga, que podía regresar a su casa junto a su marido con alzhéimer, al que había dejado al cuidado de una vecina.
Lo peor de todo es que, si nos preguntaran, todos los pacientes haríamos huelga, por quienes nos cuidan y por nosotros, porque vemos que la segunda ola se nos viene encima con los mismos, solo que más cansados, impotentes y tristes.
Si alguien nos convocara, los pacientes también haríamos huelga.