• ¡Qué buen vasallo!

    El doctor José Joaquín Alfaro destaca la incansable labor contra el coronavirus de todos los profesionales del sistema sanitario público en un análisis en el que no ve proporción entre el esfuerzo de la primera línea y la forma de actuar de quienes tienen el mando.

    El Autor

    José Joaquín Alfaro Martínez

    Servicio de Endocrinología y Nutrición del Complejo Hospitalario Universitario de Albacete

    La situación de crisis en la que nos encontramos ha supuesto un cambio brutal en nuestras prioridades asistenciales. Si hace unos días nuestra preocupación era si el paciente había alcanzado los niveles de colesterol-LDL recomendados en función de su riesgo cardiovascular, o qué débito había tenido un Penrose, hoy nos desvivimos por tener a nuestros pacientes con COVID-19 con la mejor saturación de oxígeno, por atenderlos con equipos de protección individual improvisados, o intentar encontrar tratamientos para pacientes que hace pocos días hubieran entrado en UCI pero que hoy hay que tratar en planta porque las unidades de críticos están llenas.

    Asistimos al triste espectáculo de servicios de Urgencias desbordados, donde sus profesionales trabajan admirablemente en condiciones dantescas. Informamos por teléfono a familiares de que lo único que podemos hacer ya es esperar que el tratamiento administrado al paciente haga efecto. O asistimos al continuo goteo de compañeros que van enfermando.

    En medio de todo esto encontramos motivos para la esperanza y el orgullo

    Pero en medio de todo esto encontramos motivos para la esperanza y el orgullo: ver cómo multitud de médicos han dado un paso al frente ofreciéndose voluntariamente, ante la ausencia de directrices en ese sentido, a atender pacientes ingresados por COVID-19. Y no me refiero solo a especialistas de disciplinas cercanas a la primera línea en la lucha contra esta enfermedad, internistas, neumólogos, o especialistas en cuidados críticos; tenemos a otorrinos, cirujanos de distintas especialidades, neurofisiólogos, etc, en los equipos que diariamente pasan planta de pacientes COVID-19.

    Admirable

    Es admirable como, los que más experiencia tienen, enseñan con infinita paciencia a los recién incorporados. ¿Qué decir del personal de enfermería, enfermeras y auxiliares? En primera línea cuidando a los pacientes, vigilando sus constantes, administrando medicación y, he de decir que me ha impresionado, siempre con una sonrisa cuando se les pide que tomen una saturación de oxígeno o te proporcionen un EPI.

    Desde la cocina

    El trabajo de cocina, con sus dietistas al frente, que ha sido capaz, con una precariedad total de medios de personal, de hacer frente al desafío de dar de comer no solo a centenares de pacientes ingresados o en Urgencias, sino a los familiares de aquellos que necesitan estar acompañados. Médicos de baja por haberse contagiado, trabajando desde casa a través de la red privada virtual o el Whatsapp. Son solo algunos ejemplos de cómo esta terrible situación ha sido capaz de sacar lo mejor de nosotros mismos.

    ¡Dios, qué buen vassallo! ¡si oviesse buen señor!

    Al ver todo lo expuesto en el párrafo anterior, y compararlo con lo que vemos, leemos y oímos de otros niveles de responsabilidad no puedo sino acordarme de la famosa frase del vigésimo verso del Cantar de Mío Cid: ¡Dios, qué buen vassallo! ¡si oviesse buen señor!

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