Al fin… me he decido a escribir, después de tantos días de aciertos y errores. Días de sujetar el timón de este submarino que ayuda a toda la Flota Sanitaria a pasar el cabo de Hornos que nos ha propuesto este virus SARS-CoV-2, que desencadena el COVID 19 estas semanas.
El enemigo invisible
Esta crisis nos ha cogido a todos por sorpresa, hemos tenido que adaptarnos a la carrera (cada uno en su medio o entorno) a este enemigo pequeño e invisible que ha sabido colarse en nuestras vidas para que cuando todo esto pase, nada vuelva a ser igual que antes.
Es difícil saber en qué momento cada uno de nosotros fue tomando conciencia de que nos enfrentábamos a un gran problema sociosanitario, y que nuestra actuación personal iba a tener una importancia extrema sobre el colectivo de nuestra sociedad. Desde los primeros días de marzo hasta hoy, todos nos hemos mentalizado para ya, juntos a una, superar este túnel, como nos propone Victor Kuppers:
Tres momentos críticos
Veo claramente, desde mi humilde opinión, tres momentos críticos vividos en este último mes en esta navegación. Inicialmente creo que lo más alarmante y desbordante para nosotros fue vivir el desbordamiento anunciado de nuestras Urgencias durante una serie de días, que entre todos conseguimos achicar agua lo suficiente como para mantenerla a flote y que siga navegando como la gran puerta de Urgencias que es y ha sido siempre.
Traslado de pacientes
Hay un segundo episodio de “calma chica” cuando, en una solidaridad mal entendida por parte de nuestros gestores, se decide trasladar a pacientes desde un centro hospitalario a otros centros de otras áreas cercanas con menor contagiosidad para que sean atendidos, haciendo crecer focos en esas zonas, en vez de trasladar recursos excedentes (personal y equipamiento) hacia nuestra área.
Una solidaridad que para esas áreas receptoras de pacientes COVID era una invitación al “suicidio”.
UCI y REA
Y finalmente y más reciente, hemos conseguido pasar o estamos en ello (no sin bajas irrecuperables), el embudo que nos ha propuesto el huracán de sobrecarga a nuestras UCI y REA, donde hemos constatado que nuestras “salas de motores hospitalarias” han trabajado a “toda máquina”, y siguen haciéndolo a punto de reventar; a pesar de la manifiesta escasez y limitaciones en medios personales, espacios y equipos.
Los test
Para lo que nos queda de travesía, los pronósticos (interesante seguir a Víctor Raúl López Ruiz) hablan de finales de abril o primera quincena de mayo para empezar poco a poco a volver a la normalidad, nos queda que pasar alguna que otra borrasca. Desde mi pequeña posición, junto con mi comandante “sombra” y mis oficiales a bordo de mi submarino, creemos que una de esas borrascas que se atisban en el horizonte (a riesgo de equivocarnos pero el barómetro y las isobaras rara vez fallan) puede ser la necesidad de tener test fiables con alta sensibilidad y especificidad para realizar pruebas a toda la población, indistintamente de su situación de contagio, antes de volver a nuestra actividad diaria normal.
Para ello, habría que estar valorando cómo ampliar y reforzar también nuestros laboratorios microbiológicos y clínicos para soportar esta siguiente borrasca que se avecina.
Bajo periscopio, inicio inmersión.