• La peste, Nasrudín y la moralidad gris

    El Autor

    Julio Valer Corellano

    Facultativo Especialista de Área de Anatomía Patológica

    Hace tiempo leí el siguiente cuento sufí:  Iba la peste camino a Bagdad cuando se encontró con Nasrudín. Él le preguntó ¿A dónde vas? La peste le contestó: «A Bagdad, a matar a diez mil personas». Después de un tiempo, la peste volvió a encontrarse con Nasrudín, quien muy enojado, le dijo: “Me mentiste. Dijiste que matarías a diez mil personas y mataste a cien mil».

    Julio Valer opinión nasrudín

    En esta pesadilla que sufrimos la causa no fue el temor, sino la imprevisión, ineptitud y prepotencia de nuestras autoridades sanitarias

    Y la peste respondió: «Yo no mentí, maté diez mil, el resto … se murió por miedo».

    La plaga se equivocaba. El miedo es una emoción adaptativa, útil, defensiva que nos protege de peligros, salvo que nos paralice.

    En esta pesadilla que sufrimos la causa no fue el temor, sino la imprevisión, ineptitud y prepotencia de nuestras autoridades sanitarias. Y no por pánico, mas bien por mediocridad.

    Nuestro consejero de Sanidad declaraba que había llorado mucho durante esta pandemia. En diferentes culturas se contrataba a profesionales habitualmente mujeres, las plañideras, para llorar durante el funeral de un difunto. Además se rasgaban las vestiduras como lo ha hecho también nuestro insigne prócer. Se irrita con los “predictores del pasado que juegan a epidemiólogos”. Según él y la opinión dominante, nada se podía prever. Exige que le muestren estudios científicos. Ellos no se encontraron con el jinete mortal, lo tenían al lado. Acompañado por un Consejo Asesor de Enfermedades Emergentes, las falsas lágrimas no le han dejado ver la realidad.

    Roba el dolor a las familias y acusa a los demás

    En su nuevo papel, de gemidor, roba el dolor a las familias y acusa a los demás. Es algo habitual. Legionella, hepatitis A y coronavirus no le inmutan. Tarde o temprano desaparecen, y nada es previsible o evitable. Todo surge de la nada, por generación espontánea, y piensan: tal como viene se va.

    En la lucha contra un virus, la teoría miasmática sigue vigente, mientras falsos profetas hace meses, bramaban y exigían que actuáramos como augures, nigromantes, adivinando el futuro con las víctimas, en el altar de la ciencia, y defendían métodos del siglo XIX, en la era de la biología molecular.

    Los chamanes, brujos, hechiceros hablan, opinan, lanzan sus predicciones, buscan remedios y pócimas mágicas. A golpe de emociones y trucos de magia todo el mundo quiere salir al escenario. A finales de febrero del año pasado, una empresa de biotecnología, asentada en el antiguo Reino de Aragón, comercializó un test para la detección del SARS-cov2.Exporta a otros países. Los casos de “influenza-like illness” aumentaban y nadie se percató.

    Reaccionaron tarde

    Cuando reaccionaron ya era tarde. Siguen con sus sueños faraónicos, megalómanos, con asesores, directores generales, expertos indoctos, genios del ordeno y mando, que intentan ocultar sus carencias a golpe de amenazas. La biología molecular y las aplicaciones informáticas les parecen ciencia ficción. Viven en épocas pasadas con desprecio absoluto de nuevas tecnologías e ignorando a los servicios que las tienen que utilizar. Siempre  les solucionan el problema fuera, en otros centros.

    Alguien les avisa que poseen unas máquinas maravillosas con luces y círculos de colores, la piedra filosofal que solucionará sus problemas.¿Cuáles? … las del HPV, con un test nuevo. El mandamás regional, al que le enseñan el portento ordena:  cómprense más, por dinero no será, seremos los mejores, nadie nos superará, y todos nos admirarán.

    John Snow se remueve en su tumba, con un mapa, lápiz y papel venció al azote  del cólera en Londres. Ahora un epidemiólogo impostor, con potentes medios informáticos, no sabe sumar, y nos intenta engañar.

    Facultativos y médicos internos residentes de mi servicio apoyaron de “forma voluntaria”, a las unidades que atendían a los enfermos infectados por el virus, durante el huracán.

    Meses anteriores eran arrojados a los pies de los caballos. Citados y llevados ante  un tribunal inquisitorial, que los interrogó, humilló y vejó. Sus miembros cuestionaron nuestra capacidad docente. Las altas autoridades que habitan el ala noble de nuestro hospital, asintieron, callaron, miraron a otro lado e incluso participaron en la parodia.

    Todavía esperamos explicaciones, ya que el perdón no está en sus pensamientos, por la experiencia que hemos tenido en numerosas ocasiones. Con poca valentía, durante estos meses, sacudieron el polvo de su ropaje, lavaron sus manos a modo de Pilatos, y trasladaron  el problema a otro hospital. Como en el cuento de Lewis Carroll ”No, no, dijo la Reina, la sentencia primero … luego el veredicto”.

    Un anticipo de lo negro

    Este incidente demuestra una vez más, la moralidad gris que nos invade. Sus defensores y practicantes no se dan cuenta que lo gris, si no se corrige no permanece,  es un anticipo de lo negro y tarde o temprano lo inunda todo.

    La tormenta amainó. Compruebo que nada ha cambiado, y quién está triunfando. Un cotorreo macabro sustituye al silencio sepulcral que nos querían imponer. Persisten en los errores, aplican el ostracismo, hablando con quien saben que es dócil, maleable, despreciando a los demás. Esta atmósfera asfixiante nos envuelve con una capa viscosa y pegajosa. Los dueños del “nosotros” intentan apoderarse de nuestro “yo”.

    Nos atraen e hipnotizan libros y series que describen historias de futuros distópicos (terrible palabra), adaptadas al pensamiento reinante de la moralidad gris. Mientras tanto, no nos percatamos que  entramos en un laberinto del cual no sabremos encontrar la salida. Existen carteles que nos la indican, pronto desaparecerán. La “norma” debe cumplirse, cualquier discrepante es señalado, estigmatizado y castigado. Todos somos iguales, pero unos más que otros. Distancia social sí, reuniones a menos de un metro también, siempre que sean permitidas por la autoridad competente, y a pocos metros de sus flamantes despachos. La nueva normalidad empieza a amanecer …

    Promesas

    Los heraldos vuelven a tocar sus trompetas, y nos anuncian despilfarro de dinero para unas reformas sempiternas de nuestro obsoleto hospital, imposibles de realizar, mientras nos amenaza un nuevo vendaval. Los símbolos: un edificio a medio derruir por promesas electorales incumplidas, una pasarela con goteras, oxidada que no lleva a ninguna parte, y un aparcamiento fantasma sin terminar. Ofuscados, la estupidez y la arrogancia les impiden ver de nuevo los negros nubarrones.  

    “Todo para el pueblo, sin el pueblo”

    Buscan culpables para tapar sus vergüenzas, vidas y haciendas perdidas, sufriendo el descalabro de sus medidas. Los nuevos déspotas iletrados pregonan: “Todo para el pueblo, sin el pueblo”. Si no cumplimos sus decretos, su ira caerá sobre nosotros. Toques de queda, confinamientos, estados de alarma, registros, controles, detenciones, sanciones administrativas, cierres gubernamentales … suenan a otra época.

    Inaugurado un megahospital, que la burbuja sanitaria primero y un virus después, les ha impedido abrir, nos prometen quirófanos “inteligentes”, mientras son incapaces de asegurar una simple operación de cirugía menor en un tiempo razonable.

    Previsión

    ¿Han previsto la determinación conjunta de las variantes del virus influenza y otros virus respiratorios en las muestras? ¿Han pensado adquirir tests de estos virus para las máquinas prodigiosas? ¿Y  en crear un centro de referencia regional de microbiología y virología con la tecnología y el personal necesarios para futuras amenazas? ¿Seguirán confiando en  el Centro Nacional de Microbiología desbordado, en las redes de alerta cuyas mallas se rompieron en el primer encuentro con el virus? ¿Algún experto de verdad, que no dependa de subvenciones y prebendas oficiales quiere opinar?.¿Hay alguien? … “y nadie contestó”.

    Hemos pasado el otoño, y el invierno comienza. Las miasmas, las miasmas. Según nuestras autoridades el enemigo invisible y mortal actúa por la noche, con nocturnidad y alevosía … por el día disminuye su actividad. ¡Abracadabra! llegan las vacunas … los virus son la entidad biológica más abundante de nuestro planeta, pero nos seguimos creyendo la cima de la evolución, algunos de la creación divina.

    No aprenden

    No aprenden, es como la gripe decían. Un virus RNA salta entre especies, se adapta y mediante acierto-error sigue infectando a organismos DNA. Afortunadamente éstos tienen mayor capacidad de respuesta, ayudados por la biología molecular si su tecnología sabe utilizarse con eficacia. ¿Se cumpliría la teoría de la Reina Roja, sin los avances de esta última?

    “En este momento Alicia empezó a sentirse adormilada …¿Comen los gatos murciélagos? …¿Quién os va a tener miedo? ¡Pero si no sois mas que un mazo de cartas! …Despierta, Alicia querida. ¡Vaya cuánto rato has dormido!…”

    ¿Estamos viviendo un mal sueño, o es la realidad? … ojalá fuera lo primero.

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