
Uno de cada cinco ciudadanos en nuestro país se encuentra en riesgo de padecer una enfermedad del hígado y las patologías relacionadas con este órgano representan la tercera causa de muerte prematura en España. Son, además, la segunda causa de años de vida laboral perdidos, solo por detrás de las enfermedades cardiovasculares, y el problema es que siguen una tendencia al alza imparable, pues se relacionan con hábitos y estilos de vida cada vez más extendidos como el consumo excesivo de alcohol, una dieta poco saludable y el sedentarismo.

De ahí que la Asociación Española para el Estudio del Hígado (AEEH) aproveche la celebración de su 50º Congreso Nacional, al que asisten unos 1.000 especialistas, para recomendar un cribado de enfermedad hepática a todas las personas que, con independencia de la edad, presenten factores riesgo como consumo habitual de alcohol, diabetes, obesidad o transaminasas alteradas.
«Hace unos años, encontrar a una persona menor de 30 años con cirrosis era algo excepcional, hoy no lo es en absoluto y cada vez lo va a ser menos, si no le ponemos remedio», afirma el presidente de la AEEH, Manuel Romero.
A los especialistas les preocupa en especial la creciente prevalencia tanto del conocido como «hígado graso» (esteatosis hepática metabólica), ligado a la obesidad y la diabetes tipo 2, así como la de la enfermedad hepática relacionada con el consumo de alcohol, cuya prevalencia se ha disparado en España, como en toda Europa, y con un impacto cada vez mayor a edades tempranas.
Prevalencia del hígado graso
El hígado graso es ya la patología hepática más prevalente en nuestro país, pues se estima que afecta a tres de cada diez españoles, mientras que la segunda está espoleada por unos datos de consumo de alcohol que son preocupantes. Europa es la región con mayor consumo de alcohol del mundo, con un consumo medio de 9,2 litros de alcohol al año. Y España uno de los mayores consumidores de Europa, con un consumo medio de 11 litros por persona/año.
A los especialistas les preocupan los patrones de consumo de los jóvenes que son, además, los más peligrosos, pues conjugan un mayor riesgo con una menor percepción del mismo. Así, por ejemplo, los efectos de la práctica del Binge Drinking (ingesta de grandes cantidades de alcohol en pocas horas), tan común en los jóvenes en fines de semana, pueden ser más perjudiciales para la salud hepática que un consumo moderado. Sin embargo, paralelamente, cada vez está más extendida la falsa convicción de que un consumo puntual, aunque desmesurado, tiene menos riesgos.
Ambas patologías hepáticas, hígado graso y hepatitis por alcohol, han desplazado ya a las hepatitis virales como principal causa de cirrosis, cáncer de hígado e indicación de trasplante hepático. Esto ha provocado un descenso acusado en la edad de la población afectada por patologías hepáticas y, en consecuencia, la dedicación de mayor gasto y mayores recursos por parte del sistema sanitario. De ahí que los especialistas incidan en que el cribado por factores de riesgo está respaldado también por razones de coste-eficacia, dado que un paciente que se diagnostica a tiempo tiene un pronóstico mucho mejor. La gran dificultad, además, para el diagnóstico temprano de las patologías del hígado es que son enfermedades silentes: sus síntomas son inespecíficos y no se manifiestan hasta que el hígado presenta un daño elevado.
La importancia del cribado
«Por eso mismo, es fundamental cribar siempre que existan factores de riesgo», explica Manuel Romero. «El diagnóstico temprano es crucial a fin de diseñar intervenciones que cambien completamente el pronóstico de la enfermedad, pues el cambio en la dieta y la actividad física dirigida en pacientes con enfermedad hepática metabólica permite revertir la enfermedad en más del 80% de los casos. Asimismo, el cese de consumo de alcohol puede contrarrestar los efectos de la enfermedad hepática en la mayoría de los casos y mejorar el pronóstico significativamente», concluye Romero.
Junto a este diagnóstico temprano, los especialistas de la AEEH han puesto el foco en la prevención. Es decir, en el cambio de los estilos de vida y comportamientos que están detrás del incremento de la incidencia de las enfermedades hepáticas no víricas.
En particular, consideran imprescindible abordar de forma muy sería el consumo de alcohol a edades cada vez más tempranas. Y es que ya es la primera causa de desarrollo de cirrosis y de necesidad de trasplante hepático, además de que está detrás, directa o indirectamente, de más del 50 por ciento de los cánceres de hígado. Igualmente, estima imprescindible abrir un gran frente de batalla contra los estilos de vida que conducen al sedentarismo y la obesidad, los cuales están detrás de la progresión del hígado graso, que afecta ya a más de 10 millones de españoles, de los que cerca de dos millones presentarían inflamación del hígado (esteatohepatitis) y, de ellos, 400.0000 presentarían ya una cirrosis hepática.
«La mayoría de las enfermedades del hígado pueden prevenirse y para lograrlo hay que aumentar el nivel de conocimiento de la población y particularmente de los jóvenes de los factores que ponen en riesgo la salud de su hígado, de los problemas a los que se exponen y de cómo evitarlos», ha afirmado el presidente de la AEEH, Manuel Romero.