• Otra vuelta a La Ballestera

    El Autor

    Rigoberto López y Manuel Martínez

    Profesor de Psicología en la Facultad de Enfermería y médico dentista, bardo y brújula de las rutas

    Regresamos al punto geodésico de La Ballestera. Por la carretera de Peñas de San Pedro a Alcadozo nos desviamos hacia Fontanar de las Viñas y continuamos hasta las Casas de Juan Seca. Junto al lavadero, flanqueados por un chopo que delatará nuestra posición cuando baje la luz, iniciamos la marcha, hoy MD, nuestra editora, Cesi, Manu y yo. A la izquierda, dejamos una cantera abandonada, Los Losares, seguimos a la derecha orientándonos hacia las molinetas que siembran la Ballestera.  

    “¿Lleváis navaja?” dice Manu y, como si fuera premonitorio, algo en el camino blanquea; aunque están muy secas, cogemos unas pocas que tras ser hidratadas serán la base de un ajo de harina con setas un día de estos.  Abundan los suillus, nos sentimos tentados a llevarnos alguno para probarlos, pero al pelarlo sus ocupas nos hacen desistir.

    Empezamos a zigzaguear algunos tramos que prometen. Aunque no queremos mirar más al suelo nuestros ojos no nos obedecen. Seguimos por las Fuentecicas, y llegamos a Casasola, tierra de amanitas y excuras. A la derecha nos adentramos en pinares niscaleros. Nos cruzamos con un paisano con algunos níscalos en su cesta, “ya están agusanados, la tierra está muy seca”.

    Vamos subiendo por la Torquita hasta la cuerda que nos lleva a La Ballestera. Alguna de nosotras ha de emplearse bien para subir al camino de las molinetas que silban cansina y quejumbrosamente; no se atora, ¡sube a su chano chano hasta arriba! Esplendor visual, contraluces y cadenas montañosas en gama de grises, pero también verdes y ocres de pinares y tierras de labor. Como siempre El Padrastro, Albarda, Trifillas, El Búho, Castillo de las Peñas, El Roble, el Molar, Ventoso, La Herrería, Alcadozo.

    Hasta el punto geodésico

    La tarde espléndida, la temperatura ideal y alguna gotita ocasional. En el punto geodésico de La Ballestera (1166 m) merendamos, uva, galletas de coco, chocolate, carne de membrillo, obra experimental del hombre guía, ensalada de granada con cebolla y te.  

    Repuestos, por las Paradas del Pozo, bajamos campo a través, buscando un camino que una vez más ha sido en parte labrado. ¡Qué manía con aprovecharse de lo público! ¿catálogos de caminos? Con poca luz llegamos a la aldea. Un perrito sale del interior de un bidón de plástico a defender su terreno, en tanto su madre, amablemente, nos acompaña hasta el coche una barriada más abajo.

    Y ya, dejando atrás el chopo, buscamos un bar en Peñas para aplicar el refuerzo positivo. Y se nos ilumina la cara cuando oímos que hay cascos de patatas asadas, que complementamos con alitas y otras exquisiteces.

    Una agradable ruta de 9,5 kilómetros

    El nene nos dirá que hemos andado 9.5 km en casi 3 horas, con un ascenso de 298 m.  Después de tanto tiempo seguimos fuertes, me recuerda el hombre guía. Hemos sido ungidos por los dioses, ya veremos hasta cuándo, le respondo. Y nos vamos a celebrarlo con unas biocañas.

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