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Los senderistas de Diario Sanitario, en su cruzada frente al sedentarismo, nos llevan a La Hunde
Poco después de Carcelén, en el Km 52, sale una carretera que cruza la Sierra de Palomeras en dirección a Alpera. Ahí está La Hunde, nuestro objetivo. Una ruta circular, por valles cerrados casi inexpugnables, con altos peñascos. Y arriba una meseta con vistas donde está el Pico Palomeras. Se ha incorporado Ana, ¿tú de quién eres?, de la familia de los Chorlitos de Pozo Amargo. En la expedición también contamos con un Picano de San Pedro, un apátrida y una sin nombre. Tarde fresca y soleada. En algunas umbrías tramos escarchados y hasta algunas balsas heladas.
Desde las casas de La Hunde
Aparcamos en una zona recreativa a escasa distancia de las casas de La Hunde. Allí nos espera una de las andarinas que viene desde su pueblo, ¿tú de quién eres?, Corredera y Rodriga de Alpera.
Nos ponemos en marcha avivados por el hombre brújula para no tener que sacar más tarde los frontales. Se detecta un poco de ansiedad en el ambiente, cirugía y canguelo. Y una andarina se pone a tirar con poco miramiento, aunque después amaina y terminará solicitando compañía ¡Qué sólo es un mal rato, querida!
Subimos por una preciosa senda entre pinos, arces desnudos, carrascas, sabinas, enebros, las primeras flores de brezos y aliagas, y las aromáticas más comunes, romero, tomillo, morquera, mejorana.
La tarde está resultando pródiga en visitas, cabras, ciervos y no perdemos la esperanza de cruzarnos con arruís, muflones del Atlas marroquí con los que repoblaron hace años. Algunas cabras ¿geodésicas? nos vigilan desde las peñas de Sierra Palomera. Tras cruzar el collado (1130 m) seguimos por un carril, dejando a la izquierda La Hunde y a la derecha La Muela y el Barranco de La Sanguijuela.
La lectura, como el senderismo, alimenta el alma
Queda carril y las conversaciones se diversifican entre garrapatas y lecturas en curso. Entre las ultimas, La Bestia de Carmen Mola, novela negra ambientada en el Madrid de la epidemia de cólera del XIX. Madre Patria, del argentino Marcelo Gullo, cuyo título parece explícito. 4321 de Paul Auster, narrativa de la vida americana de la segunda mitad del SXX. El día que se perdió la cordura, de Javier Castillo, thriller psicológico con sangre y esas cosas. Y algo de desnudo que parece relacionado con el dios egipcio Ra (creo que no lo pillé bien). En ello recibimos un mensaje del infiltrado, ¡qué envidia me dais, cabritos!. Pues invítanos a merendar y nos lo dices a la cara, guapo.
Vistas extraordinarias
Llegamos al Cerro de Palomeras y su pico donde está el punto geodésico (1260 m), junto a un refugio de doble planta. Desde aquí las vistas son extraordinarias. Espacios abiertos con algunos cortijos diseminados, valles de Ayora y Alpera, y por el humo de la nuclear, aunque no los vemos, situamos Cofrentes, Jarafuel, Jalance, Zarra. Y creemos que el que se deja ver es Teresa. Cadenas montañosas desde Cortes de Payas al Mugrón. Más cerca el Puntal del Cuerno, Pico Colorado.
El Cerro de Tolonche, y Castillejos. Aprovechamos para merendar contemplando, hoy bizcocho de calabaza gentileza de mi mujer y el tradicional te de frutos rojos, y estamos de acuerdo en que “todo, todo”, como diría La Pilarceta, mi madre, está bonito y bueno.
Una receta frente a las garrapatas
Nuevamente salen a relucir las garrapatas. Manu saca de su ya famosa mochila, un palillo y un tubo de pegamento loctite y nos explica su uso, una gotita del pegamento en el palillo, depositarla encima de la garrapata y esperar un poco, garantizando el resultado inminente. Sabio consejo que un enfermero de Tomelloso le dio y que nunca le ha fallado.
Una mochila infinita
Anonadados, le pedimos que nos muestre el resto de contenidos de la mochila, ¡más tonterías que en un mueble bar!, exclama su novia: vasos de plástico, termo, bolsitas con gps (el nene) y pilas, papel higiénico, protector labial, pastillas juanolas, tarjeta federativa, funda con gafas de sol, saquito con gafas de leer, mascarilla, bolsas para plantas o cerámica, cajita de metal con mechero, frontal, alicates multifunción, visera, gorro de lana, bolígrafo y papel notas, hornillo y pastillas de encender, polvo isotónico defatigante, pastillas depuradoras de agua, prismáticos, botella de agua, bolsa para setas, 2 tipos de cuerdas para emergencias, navaja, palo y rastrillo, y un bastón teleférico.
Cada cosa vuelve a su sitio, y tras nuestros comentarios de admiración y algunas risillas, volvemos a colgarnos las mochilas para desandar unas decenas de metros y seguir a la derecha por una senda, bien señalizada, muy pronunciada, que nos muestra la otra cara de La Hunde. Algún resbalón y alguna sentada a cámara lenta es el rento que se cobra este tramo.
Impresionantes formaciones rocosas
Y un arco de piedra muy logrado y una cueva como atracciones turísticas. Cerca, pero por otra senda diferente, esta Cueva Negra, que parece ser de notables dimensiones, pero que hoy no podemos visitar. Y así, pasico a pasico, nos aproximamos a las Casas de la Hunde y su Ermita, y después de la Fuente de la Cadena llegamos otra vez al punto de inicio donde tenemos los coches. Teníamos claro que volveríamos al Bigotes de Casas de Juan Núñez para que Águeda nos hiciera sus higadillos y no nos ha defraudado.
Las tajás y el bacalao de Águeda en ‘El Bigotes’
Repetimos con las tajás, frías y ricas, ricas, y el bacalao. Los hábitos de dormir surgen en la conversación de sobremesa, y unas sabanas de algodón egipcio que usaba el dios Ra me han despertado el interés, tendré que documentarme. Los integrantes de uno de los coches proseguimos la marcha y los del otro se quedan allí por un rato, ¿ha empezado ya la campaña?
8,3 kilómetros con 325 metros de desnivel
La ruta ha sido de 8,30 km, en dos horas y media con 325 m de desnivel. Como siempre, estupenda. Y un lujazo de sierras que tenemos.
