• Los inmunosupresores disparan la factura farmacéutica

    Roche, Janssen, Cilag, Abbvie y Bristol Myers se repartirán más de 19 millones de euros sólo en inmunosupresores a cuenta de la factura farmacéutica del Sescam, así se traduce de la adjudicación hecha pública por el Organismo de Contratación. Y es que la utilización de agentes biológicos inmunosupresores en patología articular, enfermedad inflamatoria intestinal y psoriasis, constituye  una línea de tratamiento establecida para pacientes que no pueden controlar su patología con antiinflamatorios y fármacos antirreumáticos. El coste de este grupo de fármacos es uno de  los más elevados de la prestación farmacéutica ambulatoria, con más de 3.800 pacientes en Castilla-La Mancha.

    Si el gasto ambulatorio lo lideran los inmunosupresores, el hospitalario también lo encabezan fármacos relacionados con el sistema inmunológico. De 2015 a 2017, el Sescam tenía previsto invertir más de nueve millones de euros en inmunoglobulinas humanas, cerca de seis millones en ambrisentan y bosentano, así como no bajar del millón de euros en fingolimod, natalizumab, interferon, glatiramero, somatrotopina, factor VIII de la coagulación o sunitinib. Hipertensivos y fármacos contra enfermedades autoinmunes son tan necesarios como costosos.

    Cabe recordar que los tratamientos que más pesan en la factura farmacéutica del sistema público no son los quimioterápicos, como advierten las leyendas urbanas, la lista de gasto la lideran aquellos medicamentos que luchan contra la esclerosis y un sinfín de enfermedades autoinmunes. Además, hay uno que supera a todos en coste. Se trata de las inmunoglobulinas, un tratamiento que se administra en los hospitales de día y que encabeza el presupuesto de la farmacia hospitalaria del Sescam.

    Patologías que no son mortales, pero sí crónicas y de aparición temprana, son la respuesta a unas cifras millonarias que van en aumento. Y es que un paciente con hemofilia o con una inmunodeficiencia variable común envejecerá con calidad de vida, pero con un tratamiento crónico. Aunque los fármacos contra el cáncer sean cada vez más caros e innovadores, los pacientes sanan o fallecen.