• Una dentista manchega en el Caribe

    La albaceteña Ana Martínez Vergara se define como “una manchega de pura cepa”, pero trabaja como dentista, desde hace tres décadas, en República Dominicana, en el idílico Caribe, que si bien la enamoró desde el primer día, como aún hoy reconoce, no evita que añore su Albacete, de ahí que, próxima a la jubilación, tenga claro que al menos medio año lo pasará aquí.

    La albaceteña Ana Martínez Vergara se define como "una manchega de pura cepa", pero trabaja como dentista, desde hace tres décadas, en República Dominicana

    De médico general en Tomelloso a dentista en Santo Domingo

    ¿Cómo, en los años sesenta, una mujer, ya médico, da el salto a más de 6.800 kilómetros de su casa? Pues por giros inesperados que da la vida. Cuando ya era médico y ejercía en Tomelloso, un amigo de la familia, que era dentista, comentó a Ana Martínez Vergara que su trabajo era perfecto porque te hacía dueño de tu tiempo.

    Así, la joven se quedó con la copla y empezó a investigar. Para empezar, en España no existía la carrera de Odontología. Había que entrar, después de acabar Medicina, en la Escuela de Estomatología, lo que resultaba muy complicado. Sin embargo, vio que había un acuerdo con República Dominicana que permitía a los médicos españoles conseguir la especialidad cursando únicamente la parte práctica.

    Amor a primera vista

    Ana Martínez Vergara se define como "una manchega de pura cepa", pero trabaja como dentista, desde hace décadas, en República Dominicana.

    Un país alegre y acogedor

    Finalmente, esta manchega, que no sabía ni dónde estaba República Dominicana “ni dónde me metía”, como reconoce ahora, se encontró con que “fue un amor a primera vista, un país muy acogedor y alegre”.

    Consiguió una beca, sumó a su título de médico el de dentista y Ana Martínez Vergara regresó a España, para ejercer en Albacete, hasta que un compañero de Santo Domingo, la capital, le ofreció regresar y hacerse cargo de su clínica durante un año, porque él quería marcharse a Chile un tiempo a formarse.

    Aquel regreso a República Dominicana fue el definitivo, porque acabaría abriendo su propia clínica y pasando tres décadas en Santo Domingo, donde vive desde entonces, aunque nunca ha cerrado la puerta a su tierra. De hecho, sus hijos, aunque criados en el Caribe, nacieron en Albacete.

    La hija del médico

    Y así fue cómo la hija del médico de El Ballestero, un pequeño pueblo de la provincia de Albacete, acabó en el Caribe. Pero aún hoy recuerda aquella infancia, con “increíbles recuerdos”, cuando la única televisión estaba en su casa, la del médico, y todos los vecinos acudían a ella a ver el fútbol. Hasta los 7 años, El Ballestero marcaría su niñez, igual que la juventud, por el trabajo de su padre, la vivió en la vecina provincia de Ciudad Real, en Tomelloso.

    El salto a Madrid lo daría para estudiar Medicina en la Complutense. Aún le daría tiempo para regresar y ejercer como médico en Tomelloso durante tres años, hasta que voló a Santo Domingo en un viaje de ida y vuelta que ha durado hasta hoy.

    República Dominicana le ha permitido a Ana Martínez Vergara trabajar con los últimos adelantos; criar a sus hijos, que ahora están en España, y conocer a su actual marido, un coreano al que llevó, para que conociera España por primera vez, a La Mancha. Porque si algo tiene claro esta albaceteña es que tiene el corazón entre dos mundos.

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