Homenaje de la Academia de Medicina de Castilla-La Mancha al Dr Hermida
Los adjetivos se agotan para describir a quienes sus pacientes bautizaron con cariño como el médico de la coleta: políglota, sociable, carismático, humilde, cercano, brillante y, en definitiva, un gran galeno. Los homenajes al internista Ignacio Hermida se han sucedido desde que falleciera en junio dejando un vacío difícil de llenar en la sanidad pública albaceteña.
Así, la Real Academia de Medicina de Castilla-La Mancha ha rendido homenaje esta semana en la Facultad de Medicina de Albacete al internista Ignacio Hermida, el padre de las Unidades de Continuidad Asistencial en Castilla-La Mancha (UCAPI) como se entienden en la actualidad.
El académico Miguel Ángel Barba ha sido el responsable del discurso necrológico, «una tarea difícil y desafiante», al tener que glosar la trayectoria de Nacho, quien fuera su compañero durante 25 años en el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete.
Y es que este discurso ha sido «el combate victorioso de la memoria sobre la nada y el olvido». De padre gallego y madre madrileña, Ignacio Hermida Lazcano nació en Cáceres en el año 1966, aunque pasaría su infancia en Teruel, viviendo también en Guadalajara y La Coruña, de ahí que estudiara Medicina en Santiago de Compostela. Prueba de su espíritu inquieto es que formara parte del grupo de teatro universitario y realizara estancias en hospitales alemanes.
Hizo la residencia en el Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Y en su su tercer año de MIR, su vida cambiaría al conocer a Cristina, residente de primero, con quien compartiría 28 años.
Polifacético
El teatro, el canto, los idiomas, los viajes, la guitarra, el flamenco, los bailes de salón, las tesis doctoral y la montaña, el tenis y correr, pero sobre todo, su familia, sus pacientes y sus compañeros y amigos marcaron una trayectoria vital que lo llevó hasta Albacete después de que, quien más tarde sería su mujer, lo avisase de que buscaban un médico.
En 1998, Ignacio Hermida, a quien sus pacientes bautizarían como el médico de la coleta, se incorporaba al Hospital General Universitario de Albacete, al Servicio de Medicina Interna. Un año más tarde, a Cristina la fichaba la Asociación Española Contra el Cáncer para sus Cuidados Paliativos. Albacete reafirmó la unión de ambos, que se casarían en los Pirineos. A partir de ahí, siguió el no parar mientras el matrimonio echaban raíces en La Mancha, donde han nacido sus tres hijos.
Brillante y humilde
«Una agenda, un lápiz y una radio, ¿qué más se necesita para ser feliz?», recordaba Barba en esta necrológica, cercana, que ha sabido retratar al médico de la coleta, el hombre del Renacimiento, brillante, humilde, de infinita paciencia, con capacidad de escucha y con una autoexigencia que ha salvado numerosas vidas. Madrugador y escéptico, huía de los protocolos.
Su estancia de juventud, como médico en Brasil, en contacto con la extrema pobreza, lo marcaría, junto al pertenecer a una familia de seis hermanos. Sencillez y austeridad, junto a esa facilidad para hacer equipo, eran también las señas de identidad de un médico al que se podía ver corriendo en sandalias.
El médico de los médicos
Tenaz y preocupado por sus enfermos, el médico de la coleta también ha sido el médicos de los médicos, el que hizo equipo desde que llegó, antes, durante y después de la pandemia, incluso cuando supo que su meta estaba más cerca de los esperado.
«La enfermedad le obligó a frenar en su ajetreada vida. Nacho esperó a que Cristina y sus hijos estuvieran preparados y, sereno, tras gestionar todos los detalles de su partida, se despidió. Se marchó en silencio, con humildad, como siempre había vivido, dejando un enorme vacío y tristeza en todos los que lo conocimos».
- El acto, presidido por el presidente de la Real Academia, el Dr Pedro Tárraga, también ha contado con la decana de la Facultad de Medicina, Silvia Llorens, y el presidente del Colegio de Médicos, Blas González, así como con compañeros, amigos y familia del Dr Ignacio Hermida.