No siempre hacemos lo que deberíamos hacer, dejándonos llevar por nuestros impulsos, siendo esclavos de las gratificaciones instantáneas, lo que hace que dejemos a un lado los objetivos más satisfactorios a largo plazo, cargándonos de culpa y remordimientos con el paso del tiempo. Todos debemos hacer frente a estos bloqueos en nuestro día a día, justificando que ciertas personas sean más capaces que otras de superarlos debido a una mayor fuerza de voluntad. Pero, ¿cómo se forma y de dónde nace esa fuerza de voluntad?, la respuesta la encontramos en la motivación, ayudándonos a entender las razones que nos activan para así decidirnos y hacer según qué cosas.
La palabra motivación proviene del latín motivus (movimiento) y del sufijo -ción (acción y afecto), significando la causa de una acción o del movimiento. Objeto de estudio de un gran número de psicólogos y filósofos a lo largo de la historia, debido a su fundamental papel a la hora de explicar la conducta humana, ha recibido un gran número de definiciones, pudiendo resumirla como los factores internos que nos incitan a una acción, como un proceso que activa, guía y mantiene la conducta orientada a satisfacer una necesidad. De forma más coloquial, la conocemos como esa “gasolina’’ que alimenta el motor de nuestras acciones, refiriéndose a esos mecanismos que nos hacen desear y decidir hacer ciertas cosas.
Pero, ¿Por qué deseamos y hacemos unas cosas, y no otras? todo empieza en las decisiones que tomamos constantemente, conformando un proceso circular entorno a nuestras neuronas que se retroalimentan, las cuáles debido a ciertas circunstancias, segregan neurotransmisores que nos hacen experimentar una sensación tan conocida por todos: el deseo. Una vez la tenemos, nos empuja a acometer acciones que la resuelvan, dándonos bienestar y reforzando así de nuevo todo este ciclo, por lo que cuanto más satisfagamos este deseo, mayor será la sensibilidad y la fuerza de este para repetirlo. Por ejemplo, cuanto más ejercicio hagamos, mayor será el refuerzo de todo este ciclo, sintiendo cada vez más deseo para practicarlo.
Todo empieza en las decisiones que tomamos constantemente
Una vez entendido de forma muy básica el modelo circular de la motivación que sustenta todo el proceso de deseo, vamos a profundizar sobre cuales son ese conjunto de razones a nivel personal que dan forma a este, lo cual fue investigado por el psicólogo estadounidense Steven Reiss, encontrando 16 fuentes de deseos básicos comunes a todas las personas (teniendo siempre presente la forma en que se representan según el contexto y las variaciones culturales de cada país); las cuales son claves a la hora de aclarar la forma en que nos comportamos y en cómo nos influencian distintivamente según nuestras diferencias individuales, sirviendo también para explicar la personalidad de cada uno en función de a qué damos mayor o menor importancia:
- La aceptación: la necesidad de aprobación.
- La curiosidad: la necesidad de pensar.
- Comer: la necesidad de alimentarse.
- La familia: la necesidad de criar a hijos.
- El honor: la necesidad de ser fiel a los valores del grupo o etnia.
- El idealismo: la necesidad de la justicia social.
- La independencia: la necesidad de la individualidad.
- El orden: la necesidad de entornos estables y predecibles.
- La actividad física: la necesidad del ejercicio.
- El poder: la necesidad de la voluntad.
- El romance: la necesidad del sexo.
- Ahorrar: la necesidad de recaudar.
- El contacto social: la necesidad de la amistad.
- El status: la necesidad de una posición social.
- Tranquilidad: la necesidad de estar a salvo.
- Venganza: la necesidad de devolver el golpe.
Pero no solo nos mueven los deseos, si no que numerosas investigaciones han puesto de manifiesto la existencia de unas necesidades básicas universales que todos debemos solventar, las cuales no son discordantes con la propuesta de Reiss, y de cuya revisión y unificación nació “la teoría de la autodeterminación del comportamiento humano” con Edward L.Deci y Richard M.Ryan como autores, ambos psicólogos, profesores e investigadores en Estados Unidos. Dicha teoría, la cual definieron como “la macro teoría de la motivación’’, añadía un nuevo concepto: la motivación intrínseca. Según ellos, la más poderosa: no es proyectada de elementos externos, si no que surge de nuestra esencia y los deseos más puros ligados a ésta. En la otra cara de un mismo continuo encontraríamos la motivación extrínseca, originándose del exterior: premios, presiones, obligaciones, etc.
Para la consecución de la motivación intrínseca, debemos buscar satisfacer las 3 necesidades básicas universales que le dan forma:
- Autonomía: aludiendo a la importancia de sentirnos libres y capaces de establecer nuestras propias metas, progresar hacia ellas, y poder autorregularnos todo el progreso, haciendo modificaciones cuando sea necesario para su consecución.
- Relaciones: como animales sociales que somos, satisfacer la necesidad básica de pertenecer a un grupo en el que nos sentimos respaldados y valorados, en el que cuidamos y nos cuidan.
- Competencia: adquirir habilidades que nos permitan perseguir el éxito, sintiéndonos durante el proceso eficientes, valiosos y útiles.
Estas necesidades tienen solapamientos, interaccionando entre sí, y sumándolas a los 16 deseos básicos de Steven Reiss, sirven para poder hacernos una idea aproximada de los mecanismos que ponen en marcha el modelo circular de la motivación que tiene al deseo como resultado, y que explica el por qué hacemos lo que hacemos.
Para un análisis más exhaustivo de todo lo expuesto y el cómo se aplicaría para potenciarnos en nuestro día a día, os invito a la charla Motivación, ¿Por qué hacemos lo que hacemos? que tendrá lugar el día de 24 de mayo a las 19 horas en el Centro Sociocultural El Ensanche.