• Hoy la he visto otra vez, la muerte

    El Autor

    Vicente Calatayud

    Neurocirujano

    Si hay algo que me atrevería a recomendar es leer, leer lo que otros han escrito, lo que ha reflejado del tiempo que les ha tocado vivir, de las circunstancias en las que han vivido, de lo que les ha inspirado a plasmar en una cuartilla -hoy en la nube- lo que piensan, lo que sienten, les hace felices o padecen. Así, se aprende, se vive de alguna forma lo que ellos vivieron, pero desde otro ángulo y, al mismo tiempo, nos ayuda a expresar aquello que queremos y somos incapaces.

    muerte Vicente Calatayud

    Vivimos tiempos complejos, al menos eso es lo que creemos, pero de alguna forma la historia del ser humano se repite, no hay nada más que bucear en los anales para darse cuenta de que nada es realmente nuevo.

    Hace ya tres años dejé la sanidad pública, que no por eso mi actividad como neurocirujano, con implicación en la sanidad de los castellano-manchegos. Y así sigo, intentando “no hacer daño”. Por eso hay momentos duros, muy duros en la profesión, y uno a veces se abstrae y filosofa, para que la realidad del día a día sea más suave, no tan dura y desquiciante por la impotencia ante situaciones límite.

    En los últimos días, mi experiencia profesional me ha llevado a momentos difíciles. Y una vez más ha hecho que reflexione sobre lo que estamos viendo, oyendo, padeciendo con los que elegimos para que dirigieran el país, y que desde mi punto de vista están haciendo de forma errónea y garrafal. Pero sólo es mi opinión.

    Cuando te enfrentas con nuestra amiga la parca, y le miras a los ojos cara a cara y sabes que no tienes las de ganar, son tantas las cosas que te cuestionas, que casi todo deja de tener importancia, solo que a veces te sientes el mensajero, el portador de tan terribles noticias.

    Y como dice Cesare Pavese:

    “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
    -esta muerte que nos acompaña de la mañana
    a la noche, insomne, sorda, como un viejo remordimiento
    o un vicio absurdo-. Tus ojos serán una vana palabra, un grito
    acallado un silencio...
    Para todos tiene la muerte una mirada”.

    (…) momentos en los que cada cual intenta escurrir el bulto de la forma más sutil e ignominiosa

    En estos días terribles, momentos de descontrol donde nadie toma las riendas, momentos en los que cada cual intenta escurrir el bulto de la forma más sutil e ignominiosa, culpando a no se sabe quién, de los propios errores sin asumir su propia responsabilidad, podemos ver como este tipo de situaciones ya las definieron con magistral lenguaje los que nos precedieron.

    “De aquí es que vemos cada día hombres de ingenio sutil, de juicio acre, estudiosos y noticiosos también, que en llegando a la elección se pierden: escogen siempre lo peor, páganse de lo menos acertado, gustan de lo menos plausible, con nota de los juiciosos y desprecio de los demás; todo les sale infelizmente y no solo no consiguen aplauso, pero ni aun agrado; jamás hicieron cosa insigne y todo ello por faltarles el grande don del saber elegir, de suerte que no bastan ni el estudio ni el ingenio donde falta la elección”.

    Extremada elección la de la abeja y que mal gusto el de una mosca, pues en un mismo jardín solicita aquella la fragancia y ésta la hediondez”. (Baltasar Gracián El Discreto).

    Momentos delicados por la dejadez de quienes nos gobiernan

    Momentos delicados y complejos no solo por el coronavirus, sino por la dejadez de los que nos gobiernan en sus funciones, por la falta de criterios y su incapacidad para llegar a acuerdos, por las promesas que nos hacen repetidamente y que probablemente por falta de fondos no se cumplirán, pero ellos, una vez más, no tendrán responsabilidad ninguna, cacarean, son como una campana que no para de sonar, pero su sonido no llena.

    Nosotros, vosotros, seguiréis, seguiremos donde estamos, donde estáis, preguntándonos porqué, sin obtener respuestas, seguiremos mirándole a los ojos a la parca cada día cuando se nos acerque, porque vendrá y lo sabemos, es nuestro trabajo intentar alejarla, cada retraso es una victoria, aunque sabemos que hemos perdido la guerra.

    “Vendrá la muerte y tendrá tus ojos.
    Será como abandonar un vicio,
    como contemplar en un espejo
    el resurgir de un rostro muerto,
    como escuchar unos labios cerrados.
    Mudos descenderemos en el remolino".

    Hemeroteca

    La impotencia de afrontar la muerte

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