• Naturalizar la vida urbana para mejorar la salud

    El Autor

    Dr. Alejandro Santiago González

    Conservador del Jardín Botánico de Castilla-La Mancha

    www.jardinbotanico-clm.com 

    Quizás sea momento de reconocer que los problemas medioambientales también son cuestiones de salud pública, y que una posible solución pasa por naturalizar la vida urbana, ciudades con más parques.

    ¿Naturalizar la vida urbana? Están más que demostrados los beneficios de sumar árboles a las ciudades, de llenarlas de parques.

    Cuando pensamos en un parque, quizás se nos venga a la mente la imagen de niños jugando entre columpios y toboganes o de amplias praderas de césped donde tumbarnos al sol, con setos podados en formas geométricas y parterres de flores de temporada que se renuevan cada pocos meses, aportando siempre un toque de color.

    Sin embargo, dejando de lado las áreas de juegos para niños, que son necesarias como espacios de recreo para cubrir sus necesidades fisiológicas de juego, todo lo que he mencionado acerca de un parque o jardín tradicional podría no ser suficiente para mejorar nuestra salud.

    Permítanme explicarlo. El ser humano, no lo olvidemos, es un animal. Un animal que lleva sobre la Tierra 2 millones de años como especie Homo sapiens, y durante el 99% de ese tiempo hemos formado parte intrínseca de un entorno natural.

    Esto, que a menudo olvidamos, condiciona la manera en que nuestro cerebro está configurado, encontrando su equilibrio únicamente en el entorno silvestre para el cual hemos evolucionado. Lamentablemente, en tiempos recientes, nuestras ciudades se han transformado en espacios preferentemente dedicados a la productividad, dejando de lado las necesidades biológicas del ser humano.

    Enfermedades físicas y psicológicas

    La Revolución Industrial, el urbanismo agresivo posterior a las guerras y la búsqueda de estándares de vida alejados de nuestra fisiología natural han generado y seguirán generando enfermedades tanto psíquicas como fisiológicas.

    Es aquí donde los parques y jardines pueden desempeñar un papel crucial, favoreciendo la naturalización del ser humano y su necesidad de equilibrio con su entorno. Parques gestionados y diseñados de manera biofuncional, que se alejen del modelo clásico de dominio humano sobre la naturaleza y se acerquen a una recreación de la naturaleza en la ciudad, han demostrado ser increíblemente beneficiosos para la salud humana.

    Más árboles, menos asma

    En un reciente metaanálisis realizado por MJ Nieuwenhuijsen, publicado en el Annual Review of Public Health, que reúne diversos estudios sobre la influencia de las infraestructuras verdes en la salud, se hallan correlaciones que podrían aportar soluciones a problemas que actualmente tienen tintes epidemiológicos. Por ejemplo, un aumento en la densidad de árboles (343 árboles por km²) se asoció con una reducción del 71% en la prevalencia de asma infantil.

    Más sombras, menos sobrepeso

    Un 10% más de cobertura arbórea en un área de 2,000 m² se asoció con un 18% menos de probabilidades de sobrepeso u obesidad. Tener parques a menos de 1 km se vinculó inversamente con una reducción del 87% en casos de hipertensión. Vivir en áreas con pocos parques y zonas verdes aumentó las probabilidades de depresión y tendencias suicidas entre un 16% y un 27%. Además, un mayor número de árboles cercanos se asoció con menores probabilidades de parto prematuro. Los árboles también mostraron una relación positiva con el bienestar psicológico y la disminución del estrés.

    Refugios bioclimáticos

    Los jardines biofuncionales pueden proporcionar auténticos refugios bioclimáticos, especialmente en las ciudades, donde es bien sabido que las temperaturas son más altas que en las zonas naturales debido a la acumulación de calor por el asfalto y el efecto albedo. Según cálculos de Venter et al., cada árbol en la ciudad mitiga el efecto pernicioso de la exposición adicional al calor de una persona durante un día.

    En conclusión, no podemos olvidar que somos animales y, como tales, formamos parte de la vasta red de biodiversidad. Para que cada nodo de esta red se mantenga en equilibrio, es fundamental la presencia de todos los demás elementos. Por ello, debemos aspirar a diseñar jardines que imiten la naturaleza, basados en especies autóctonas, no solo para aumentar la resiliencia de nuestros espacios verdes, sino también para fomentar la diversidad necesaria en las ciudades, lo que contribuirá al equilibrio de la dimensión biológica de los seres humanos. Nunca ha sido tan evidente que necesitamos una naturaleza sana en nuestro entorno inmediato.

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