• Netflix y la Sanidad universal

    Análisis de la serie americana de moda, New Amsterdam, que remueve conciencias en España, un país donde la sanidad pública se da por hecho

    El Autor

    Juan Antonio González Ochoa

    Maestro y estudiante de Periodismo

    En las últimas semanas, la serie americana New Amsterdam se ha colocado entre los más vistos de la plataforma Netflix en nuestro país. Podría tratarse de una serie más de médicos… una americanada cualquiera, pero no. En este caso se trata de una ficción con un trasfondo muy particular. Visualiza una realidad incómoda para la imagen de Estados Unidos, pues destapa una de las mayores vergüenzas de la primera potencia económica mundial: la falta de sanidad universal y gratuita para sus ciudadanos.

    New Amsterdam
    Protagonista de la serie New Amsterdam, que puede verse en Netflix.

    La ficción transcurre en un hospital público

    La ficción transcurre en el hospital New Amsterdam de Nueva York, un hospital público cuya particularidad es que atiende a todos los ciudadanos por igual, independientemente de si tienen o no seguro médico. El centro hospitalario está inspirado en el neoyorquino Hospital Bellevue que está considerado hoy en día como uno de los hospitales públicos más antiguos y más reputados de EE UU.

    Su protagonista es el director médico del hospital, el Doctor Max Goodwin. Convencido de que la sanidad debe ser gratuita y accesible a todos, no dejará a nadie en la cuneta, en un tenaz empeño por dar la máxima calidad asistencial a sus pacientes. La implicación más allá de lo profesional, los amoríos entre el personal del hospital, el realismo de las operaciones a corazón abierto o un exceso de sangre que no aporta mucho a la trama son la parte sensacionalista de la serie, y es que aún con una admirable crítica de fondo This is America, friends!

    Millones de personas sin cobertura médica

    El 10% de la población de EEUU (casi 33 millones de personas según el censo de 2021) no tiene ninguna cobertura médica. Del resto que sí tiene algún tipo de seguro, ya sea estatal o privado, muchos cuentan con topes de gasto relativamente bajos y los medicamentos tampoco están cubiertos.  La serie evidencia con acierto estas desigualdades. Por ejemplo, recibe en urgencias a dos hermanos que viven en la calle y que  se niegan a acudir al hospital a pesar de tener problemas graves de salud. Incluso una vez ingresados en Urgencias desconfían al ser informados que serán tratados gratuitamente. Finalmente se descubre que, otrora con una vida normal, fueron desahuciados al tratar el cáncer de su madre y no poder pagar las facturas derivadas del tratamiento.

    Otro caso sorprendente es el de una profesora que padece diabetes insulinodependiente. Tras varios ingresos por hiperglucemias la paciente confiesa que con su sueldo no puede pagar los viales de insulina por su elevado coste.

    Las minorías latina y afroamericana

    La ficción presta especial atención a las minorías latina y afroamericana. Desde dentro del hospital habla de la propia discriminación que puede sufrir un médico por su origen o color de piel y desde fuera introduce realidades surrealistas con pacientes de diferentes etnias. Tal es el caso de un grupo afroamericano que al carecer de cobertura sanitaria alquila una furgoneta y paga un seguro médico de viaje (7,5 dólares = 6 euros) que cubre cualquier gasto sanitario. Una vez hacinados en la furgoneta provocan un accidente para ser ingresados y tratados de sus diferentes patologías.

    Utopía americana

    Se antoja difícil no empatizar con los pacientes de este hospital. Máxime haciéndolo desde España donde, con sus más y sus menos, la atención sanitaria es pública, universal y gratuita. Sigamos poniendo en valor nuestro sistema sanitario y exijamos un aumento de inversiones en Sanidad pública.

    Con una triste realidad enfrente como la que presenta New Amsterdam y en medio de una pandemia mundial que se está llevando miles de vidas por delante, la defensa de la sanidad pública, gratuita y universal parece ser más que nunca una obligación de todos. Lo gracioso, que haya tenido que venir Netflix a darnos un tirón de orejas y recordarnos que lo que damos aquí por incuestionable sigue siendo una utopía en el país más rico del mundo.

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