
Los médicos de Atención Primaria llevamos demasiados años sufriendo por la falta de solidaridad de las instituciones (hospital-centrismo). Nos pesa el desánimo que con gran preocupación sentimos por la falta de horizonte. Lo paradójico es que cada vez somos más pobres, hacen contratos basura a profesionales con salarios de mínimos (todo son complementos), pero la economía se recupera.
Cualquier celebración, festividad, aniversario o fiesta (de lo que sea), es motivo de alegría, excusa para levantar la copa o estrenar un traje. Pero, si hablamos del día mundial de la Atención Primaria, que todos los años celebramos por todo lo alto, debemos de hacer algo de historia. Así, cuando el Parlamento Británico, hacia el año 1815, hace una resolución sobre la Medicina General, por la que se permitía a los boticarios diagnosticar y tratar las enfermedades, se fundamentó en la escasez de médicos formados en las Universidades, dado que estos se dedicaban a servir a la aristocracia y a los acaudalados.
Se plantearon las necesidades de la población, que eran atendidas por los boticarios y los barberos. Fue a partir de esta fecha (1815), cuando se exigieron algunos requisitos, especialmente educativos, adquiriendo el derecho a ejercer la medicina, la obstetricia y la cirugía, dándonos así al concepto de Médico General del siglo XIX.
Conocer la comunidad, ser líder, estudiar de forma constante, ser investigador y epidemiólogo práctico, son funciones que se le atribuyen al Médico General. Todo esto y además ganarse la confianza, casi convertirse en consejero en los diversos problemas que surgían en el seno del grupo familiar, hacen y permiten la continuidad en la atención a la salud.
En 1910, un importante informe (Flexner) marcó el detrimento de lo general para desarrollar las especialidades médicas y con ello se perdió la relación médico-paciente
Según H. Vuori: “Un país puede proclamar que posee una Atención Primaria en el sentido más profundo del término sólo si su sistema sanitario es justo e igualitario y si promueve la autorresponsabilidad en el cuidado de la salud y la solidaridad internacional y asume un concepto amplio de la salud”.
No tengo duda que la existencia de la Atención Primaria se debe a la presión de atender imperiosas necesidades sociales. Atención integral al ser humano, dentro de un contexto familiar y sus interrelaciones con el medio ambiente. En definitiva, humanizar la medicina.
La OMS insta a los ciudadanos a considerar el acceso a la sanidad como una expresión de justicia, independientemente de las diferencias económicas y sociales. Los médicos de Atención Primaria no renunciaremos nunca a que se garantice la cobertura universal a todos los ciudadanos. No se puede negar, a nadie, el acceso a intervenciones que salven vidas o promueven la salud por motivos injustos.
La Atención Primaria no se puede queda atrás, los retos más inmediato como el impacto del envejecimiento demográfico y el auge de las enfermedades no transmisibles, que ya han superado a las enfermedades infecciosas como principales causas de mortalidad en el mundo. No podemos olvidar la epidemia de obesidad en todos los grupos de edad. Necesitamos otra conferencia de Alma Ata (1978) que renueva el impulso hacia la Atención Primaria. Nuevas estrategias sanitarias que nos sitúen como la base para alcanzar un nivel adecuado de salud para toda la población.
Considerar la equidad y la ética nos hace más justos e igualitarios y desde Atención Primaria no podemos mirar hacia otro lado en el cuidado de la salud y la solidaridad, ya que harán que el desarrollo de la Medicina de Familia sea más grande.
De cara al próximo año, utilicemos el Día Mundial del 12 de abril para plantearnos el resto del año un nuevo enfoque y abordaje desde diferentes prismas y no exclusivamente desde un punto de vista científico, dado que la salud está condicionada por factores biológicos, psicológicos, familiares, sociales, educativos, económicos y medioambientales (Gadamer, 1996).