En estos días olímpicos, cuando se enciende la llama del pebetero del estadio olímpico de la ciudad que se atreve y le conceden el honor de organizar este evento deportivo de gran transcendencia a nivel mundial, se impone el espíritu olímpico donde imperan el Deporte, la Cultura y la Educación, pero los “olímpicos de segundo nivel” se tienen que esperar un mes más tarde para hacer “sus olimpiadas”, lo que demuestra una vez más la “discriminación social” que existe con el sector de la Discapacidad en el mundo.
Unos Juegos Olímpicos ideales y reales serían aquellos en los que compitieran todos los deportistas con o sin discapacidad en el mismo tiempo y espacio disponible para este evento deportivo tan importante.
Como siempre, los “apodos” que estamos acostumbrados a llevar como una losa y que nos hace diferenciarnos de los que dicen ser perfectos han llegado también al olimpismo a pesar de presumir de “unión social”. La separación de los Juegos Olímpicos y los Paralímpicos es una muestra de un mundo integrador en vez de inclusivo, que es lo que debería ser.
Una de las excusas más oídas es la económica. Hacer unos “Juegos Olímpicos ideales y reales” supone ampliar la Villa Olímpica para acoger a todos los deportistas. En cuanto a las instalaciones deportivas, caben dos posibilidades: una sería fabricar más instalaciones y otra, la más económica, sería ampliar el tiempo de celebración de este evento para que se puedan disputar las competiciones de todas las disciplinas deportivas.
El verdadero espíritu olímpico se demostraría cuando el olimpismo y el “apodo” del paralímpismo se uniesen en uno sólo. Mientras tanto, este espíritu es como un político en plena campaña electoral, promete y, cuando gana las elecciones, su cerebro experimenta lagunas mentales que hacen que lo prometido se quede en “agua de borrajas”.
Otra consecuencia positiva que acarrearía esta unión olímpica es la desaparición de palabras nada integradoras como paralímpismo, Juegos Paralímpicos, paralímpicos, etc. Y todos los deportistas pasarían a ser “deportistas sin adjetivos”.
Que la economía no sea un impedimento para que la inclusión social sea una realidad. El deporte es una forma de vida que como tal es una gran influencia para la sociedad. “La unión, además de la fuerza, hace la inclusión social de todas las personas”.
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