• Opioides, alerta ante los fármacos de las 70.000 muertes

    “En Estados Unidos ya han provocado diez veces más muertos que la guerra de Vietnam”. Y esta llamada de atención sobre opioides como el fentanilo, el fármaco que mató a Prince, no la hace cualquiera. La frase es de Luis Carlos Silva, matemático y epidemiólogo, investigador del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas de Cuba, un referente mundial en la investigación sanitaria. Silva advertía sobre esta nueva “epidemia” en el receso del Máster en Urgencias, Emergencia y Situaciones Críticas que imparte la Facultad de Enfermería de Albacete. 

    Lleva toda una vida, desde 1975, investigando, publicando, denunciando e impartiendo clases basadas en la aplicación de los modelos matemáticos al mundo sanitario, concretamente a la Epidemiología, la ciencia que estudia las causas de las enfermedades. Pero a Luis Carlos Silva lo que le ocupa ahora mismo no es una epidemia que se contagie, como el cólera, está centrado en una epidemia que mueve millones, que se receta, porque la provocan fármacos legales, y mata a más de 70.000 personas cada año en Estados Unidos.

    El fentanilo, cuyo consumo aumenta en España desde 1998, se usa como analgésico, pero es tan fuerte y adictivo que mata por sobredosis. Los opioides, disfrazados de “medicina” son la heroína del siglo XXI, solo que sin la imagen marginal que provocaba rechazo en esta última. Bajo el nombre comercial de Oxycontin, el opiáceo fabricado por Purdue Pharma bajo la marca Mundipharma, ha llevado a un grupo de congresistas estadounidenses a dirigirse a la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que frene lo que lleva camino de ser una epidemia global.

    En opinión de Luis Carlos Silva, es fundamental que España tome medidas porque estos opiáceos, entre 80 y 100 veces más potentes que la morfina y entre 25 y 40 veces más fuerte que la heroína, se están introduciendo a través de visitadores médicos, patrocinando incluso a sociedades científicas en la organización de sus congresos.

    Bajo el paraguas de que el 17% de los españoles sufre dolor crónico, se ha abierto la puerta a los opiáceos y con ellos a adicciones con receta. Silva espera que España aprenda de los errores de Estados Unidos y calibre entre un tratamiento que puede ser eficaz para un enfermo terminal y los peligros de abrirle las puertas para un uso más cotidiano del dolor.

    El propio Ministerio de Sanidad incluye los opioides en su Plan Nacional sobre Drogas y advierte del aumento de consumo, aunque las estadísticas se quedan en 2006. “Durante el amplio periodo analizado, de 1992 a 2006, se ha producido en España un aumento considerable de la utilización de opioides; este aumento lo es tanto para los opioides tomados en su conjunto, como para aquellos que necesitan receta de estupefacientes –fentanilo y morfina sobre todo-“.

    Pero los opiáceos no son la única amenaza que combate este epidemiólogo. Decenas de miles de jóvenes agricultores de El Salvador están muriendo de enfermedad renal sin presentar desencadenantes como la diabetes o la hipertensión. Silva ha puesto en el punto de mira a los agroquímicos que, sin regulación alguna, forman parte del día a día de estos trabajadores en el campo.