El albaceteño Alejandro Escario se lo rifan. El último invento de este emprendedor, con 26 años y dos ingenierías, es una incubadora de bajo coste que ya está en la República de Benín.
La idea era encontrar la manera de que este recurso llegara al Tercer Mundo, con materiales que no provocaran rechazo entre la población y con instrucciones fáciles para su montaje. De hecho, el verdadero objetivo no es enviar las incubadoras sino que, con los planos, las construyan allá donde sean necesarias.
La de Benín es la primera parada. Escario no deja de viajar, presentando su proyecto allá donde le llaman, con el fin de que no se quede “en una idea bonita”. Si una incubadora puede llegar a los 60.000 euros, la suya ronda los 300 y salvaría la vida a los millones de niños que nacen prematuros, sin medios, con botellas de agua caliente y la impotencia de quienes tratan de sacarlos adelante.
La incubadora de Escario costaría 300 euros y podría montarse en cualquier país del Tercer Mundo
Este joven inventor no deja de recibir reconocimientos, como el Best Medical Project de los Global Fab Awards que firma el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Sin embargo, el logro que persigue es que su idea no se quede en el tintero.
El prototipo ya ha viajado, pero Escario necesita un equipo que le ayude a perfeccionar el diseño. Esto no ha hecho nada más que empezar. Desarrolló su idea desde cero en Madrid, hasta el punto de que él mismo compró el material y empezó a darle vueltas a la idea de un montaje sencillo y barato.
Este ingeniero contó con el apoyo de la Universidad San Pablo CEU, donde estudió, y hoy mantiene los planos colgados en Internet para que cualquiera pueda utilizar su idea o ayudarle a perfeccionarla.