La Dra Rosario Mellado ha hecho de la papiroflexia un arte que hipnotiza a los pacientes
Si Mary Poppins volaba con un paraguas, la pediatra Rosario Mellado es capaz de dar vida a los dibujos animados a base de papiroflexia. Sus pacientes no entran en una consulta sino en un mundo mágico, con decenas de personajes y colores, capaz de distraer a fiebres, fonendos y pinchazos. Y es que, hace dos años, la consulta albaceteña de esta salmantina empezó a transformarse.
Esta pediatra ha dado forma en dos años a más de cien personajes
Abre la puerta con la bata de Pocoyó, lo que ya es un buen augurio para el temeroso paciente, pero, cuando entra en la consulta, el niño se encuentra con las Supernenas, Silvestre, Súper Mario, la Pantera Rosa, Stitch, las Tortugas Ninja, los Minions, un tigre, un toro y todo aquello a lo que alcance la imaginación de Rosario Mellado, que comparte fonendo con un mundo de fantasía a base de papel.
Esta pediatra siempre tuvo el gusanillo de la papiroflexia heredado de su padre, de quien recuerda que nunca tenía las manos quietas, siempre estaba dando forma a algún papel. Sin embargo, pasaron los años y lo que no había pasado de alguna que otra pajarita historiada empezó a evolucionar a base de tutoriales de Youtube.
Madre de médicos, fue unos de sus hijos, que se aventuró a dar forma a un cisne para un trabajo del colegio, el que la introdujo en el mundo del origami, la papiroflexia de toda la vida. Y así, entre breves incursiones y recuerdos, hace dos años empezó a cortar papelitos de colores dándoles formas imposibles, desde un canario, que fue el primero, hasta un coche capaz de rodar o un Silvestre que sólo está a falta de su Piolín.
Hasta 3.000 papelitos en una pieza
La Dra Mellado tiene a su marido de aliado, que le dobla hasta los 3.000 papelitos que puede llevar un sola pieza. Después entran en juego la destreza, la paciencia y la imaginación de esta pediatra, capaz de invertir 24 horas en dar forma a un avión de papiroflexia.
Además, entre sus admiradores, con la consulta llena de móviles de papel, está la enfermera Esther Collado, que, gracias a su compañera, siempre tiene un pequeño detalle de papiroflexia para que el paciente se vaya sonriendo después de cada revisión y vacuna.
Así, decenas de figuras se reparten en las vitrinas y estanterías de una consulta que puede competir con el más original de los museos.