Pediatría tiene un problema con las jubilaciones. Y es que el 62,9% de los pediatras de Atención Primaria de Castilla-La Mancha supera los 50 años, y tanto el 14% de los que trabajan en hospitales como el 31% de los que están en centros de salud, con 60 y más años, van camino de la jubilación. Estas cifras sitúan a la especialidad en ‘números rojos’.
Centros de salud
Hospitales
La solución, en camino
Así lo pone de manifiesto el último trabajo del Centro de Estudios de Sindicato Médico (CESM), donde el Dr Vicente Matas detalla cómo las próximas remesas de médicos internos residentes pueden solventar esta problemática en los próximos seis años.
Para realizar el informe, el Centro de Estudios se ha basado en el informe del Ministerio de Sanidad titulado «Oferta-Necesidad de Especialistas Médicos 2023-2035«, realizado por Patricia Barber Pérez y Beatriz González López-Valcárce, con datos a 30 de junio de 2023 y publicado en 2024.
Todo parece indicar que en los seis años entre 2023 y 2028, los MIR solventarías las jubilaciones, llegando a un equilibrio cuando terminen 2.861 nuevos especialistas, pues quedarían más de 600 especialistas para reponer jubilaciones en la sanidad privada, cubrir las plazas que ahora están vacantes y las ocupadas por médicos sin la especialidad de Pediatría.
Sin embargo, en Atención Primaria aún habría problemas, pues, según advierte Matas, los nuevos pediatras prefieren trabajar en el hospital.
También ha estudiado Sindicato Médico la relación entre los pediatras de 50 a 59 años y los MIR que pueden terminar en estos diez años (2029 a 2038). En este tiempo, llegarán a la edad de jubilación unos 2.500 Pediatras en la sanidad pública y terminarán el MIR en estos años unos 5.000 pediatras, con lo que superan en unos 2.500 las posibles jubilaciones.
Equilibrio
No obstante, pasados 16 años, se habrán formado en España unos 3.128 Pediatras más que las posibles jubilaciones en el Sistema Nacional de Salud, muchos de ellos podrán ocupar plazas en la sanidad privada, también podrán ocupar, si las Administraciones finalmente invierten lo necesario en Atención Primaria y se crean las aproximadamente 1.300 plazas de Pediatras que necesita AP para tener una plantilla adecuada que pueda ofrecer una asistencia de calidad, hacer frente a las cargas de trabajo desmesuradas, las demoras y las muy malas condiciones de trabajo que hacen muy poco atractiva AP para los nuevos especialistas.
En resumen, dentro de una década no se necesitarán tantas plazas MIR de Pediatría. Por tanto, es necesario realizar estudios demográficos más ajustados para ver las necesidades. «No podemos formar médicos para que trabajen dos meses en verano y ofrecerles contratos por horas y días, por mucho que pueda interesar a algún gestor», advierte Matas en su análisis.
Otro punto de vista.
EL NO-DO “FACULTATIVO” DEL DÍA.
Que nuestra administración sanitaria es un ente corrupto y degradado por la esfera médica, resulta algo incuestionable, imposible de negar o esconder. Un buen ejemplo de ello es el aludido informe que se menciona del ministerio de sanidad sobre la “oferta-necesidad de especialidades médicas 2023-2035”. No es aceptable, ni tampoco moral, que España se encuentre entre los primeros países occidentales en cuanto a número de médicos por habitantes, mientras, a la vez, se halla en los puestos de cola, junto a los países menos desarrollados, en cuanto a dotación de enfermeras. ¿No se le ocurre a dicho ministerio hacer un estudio de la falta de enfermeras en las diferentes áreas y ámbitos asistenciales?. La falta de más de 100.000 enfermeras en nuestro país se traduce no solo en graves riesgos para la seguridad de los pacientes, sino en muertes de enfermos.
Parece ser que a los galenos del ministerio no les interesa estudiar las falta de enfermeras en el ámbito clínico de la infancia. Cuantas son necesarias en este área en los hospitales, o en la atención primaria (AP) ¿Cómo es posible que en AP no haya, cuando menos, dos enfermeras especialistas por cada pediatra?
No menos canallesco y mezquino es que para unos, las líneas de especialización sean infinitas, además de estar reconocidas y remuneradas, mientras para otros se trata de impedir el acceso y el reconocimiento a las exiguas áreas de especialización establecidas. Esto constituye una forma de caciquismo e inmoralidad en el supuesto estado de derecho que se auto-considera España.
Partir de que las actuales dotaciones de personal médico, son las idóneas, bajo mi punto de vista, no deja de ser otra falacia. Sin ir más lejos, el número de nacimientos se encuentra estancado, sino en retroceso. Además de que los medios de diagnóstico y tratamiento han evolucionado, lo que debería revertirse en una menor plantilla de pediatras, en este caso, y de médicos en general.
El enviciamiento y la degradación de la administración se pone de manifiesto al no ser capaz de organizar y dar una solución al exceso de médicos -si tenemos en cuenta la media de los países occidentales-, reorganizando las plantillas de las innumerables especialidades de las que son injustamente favorecidos.
No menos lamentable resulta que a estas alturas los partidos políticos (en sus diferentes versiones y raleas) no se hayan percatado de que mantener la actual plantilla de médicos, o aumentarla, no implica una mejor atención sanitaria. Como ya he señalado en anteriores ocasiones, las listas de espera en consultas o para intervenciones quirúrgicas, no se corresponden con la realidad. Más bien reflejan el empleo de los medios y recursos sanitarios sin ningún tipo de control o mesura. Nos muestran una medicalizada sanidad, donde el paciente es lo de menos.
Por último, sin salir de esta esfera de ruindad y egoísmo galénico, hay que advertir que las celebridades del ministerio (médico) de sanidad no se paren a considerar el papel de la enfermera especialista de la infancia (no me gusta “pediátrica”), capaz de solucionar una buena parte de las situaciones clínicas que llegan al pediatra con igual nivel de eficiencia y fiabilidad que este.
Todas las apreciaciones y puntualizaciones anteriores se realizan desde un punto de vista personal, no representando a ningún colectivo u organización profesional, política o sindical.