
En febrero fallecía, a los 85 años, Pedro Miñano Torrano, enfermero que se convirtió en uno de los primeros podólogos colegiados de Albacete. Hombre de poco hablar y mucho pensar, se decía de él: «Miñano el que hacía a la gente andar». Vocacional y trabajador hasta el extremo, deja el testigo a una generación que debe enfrentarse al intrusismo, así como abrir las puertas de la Podología a la sanidad pública.
El conocido podólogo fallecía en febrero a los 85 años
Ahora Podología es un grado universitario de cuatro años. Este profesional sanitario no forma parte de la cartera de la sanidad pública, pero puede recetar fármacos y llevar a cabo cirugías. Sin embargo, para Pedro Miñano Torrano la carrera fue mucho más ardua.
Hijo de una empleada de fábrica y de un agricultor, Miñano creció en Blanca (Murcia) junto a sus seis hermanos. Así, de orígenes humildes, su afán por trabajar y el apoyo del cura de su pueblo lo llevaron a formarse a base de esfuerzo. Estudió enfermería en Granada mientras trabajaba de peluquero para pagarse la carrera. Lo que antes se llamaba practicante o ATS, hoy es el Grado de Enfermería, que él terminó con éxito.
Con su título de ATS en la mano, Miñano hizo la mili, temporada que provechó para sacarse la oposición con la que entraría en la sanidad pública y acabaría en Albacete. En esa época, a base de viajes a Madrid, también se sacó el título de podólogo, por lo que acabó trabajando por las mañanas en el centro de salud de Villacerrada y por la tardes en su consulta de Podología de Dionisio Guardiola.
Él trabajó en la época de Gregorio Romero, José Julián Navarro o José Teatino, cuando apenas había especialistas. De hecho, a Albacete llegaba un podólogo de Valencia que, cada cierto tiempo, se alojaba en el Hotel Los Llanos mientras atendía a sus pacientes.
Pedro Miñano fue de los primeros podólogos colegiados
Miñano Torrano ha visto como la Podología avanzaba con la colegiación, pero no quería que su hijo siguiera sus pasos, como ha hecho. La del podólogo, aunque gratificante, es una profesión con una gran responsabilidad, ya que de su acierto puede depender la amputación del pie de un diabético.
Hoy su hijo recuerda que tiene pacientes de 86 y 87 años que, gracias a su padre, siguen caminando. Y es que los pies «te pueden encerrar en casa o darte la vida», como subraya hoy Pedro Miñano hijo.
Al final, aquel joven del pueblo murciano de Blanca, de orígenes humildes, se convirtió en una institución en Albacete, donde dos de sus cuatro hijos han seguido la rama sanitaria. Miñano ha muerto a los 85 años conviviendo con un cáncer desde los 66. Una cirugía a tiempo le permitió trabajar hasta los 70 años y tener calidad de vida hasta el final. Aún hoy hay quien asegura en Albacete que Miñano era «el que te hacía andar».