La eficiencia nos habla de cómo usamos los recursos, y la eficacia nos dice cómo podemos conseguir los objetivos, pero, ¿alguien me podría decir cómo garantizamos la calidad de los servicios públicos, como son la salud y el bienestar social, que sean dignos, sin los recursos necesarios y especialmente los recursos humanos?
Los cuadros de ansiedad, insomnio y frustraciones han aumentado en el personal sanitario
Utilizar recursos para realizar una función con eficacia, es como se debe hacer, pero con los mismos recursos repartidos en una franja horaria de mañana y tarde, no son eficaces. Hay recursos menguados tanto en una franja como en la otra. Si fuéramos capaces de concentrar todo lo disponible en un horario, todo nos iría mejor, pero, la política manda y los votos son los que imperan y dejan claro que a menos recursos mas ineficacia.
Los cuadros de ansiedad, insomnio, frustraciones, han aumentado en el personal sanitario de forma exponencial durante el periodo de pandemia y ello repercute en la calidad asistencial en el sistema público, con las consecuencias de un empeoramiento de salud mental del propio sanitario.
Tengo claro que a menores recursos humanos, la calidad baja y esto conlleva a un deterioro en la eficiencia (ineficiencia).
Las empresas privadas tienen claro que con los mismos recursos obtienen más beneficios y casi todos aceptan, pero en los servicios públicos, esto no es igual. Es imposible obtener los beneficios en salud que se persiguen sino hay una apuesta clara y sincera en ello.
Burocracia que enferma
Entre tanto papel, burocracia, partes de baja, renovación de recetas, visados, EDOs, vacunas y la lista de espera tensionando el sistema, pocos tienen la visión de las consecuencias a corto plazo, amén de un sinfín de actos paramédicos que bloquean las consultas, neutralizan y paralizan las auténticas consultas y la propia actividad médica, produciendo cuadros de enfermedades al propio sanitario.
Detectar y analizar las consecuencias de un concepto, yo diría de moda, como es la “lista de espera” o “estar en la agenda”, creo que se está produciendo consecuencias, también mentales o incluso me atrevo decir, perturbaciones morbosas de la espera.
La actividad de la espera se halla patológicamente alterada en varias dolencias, la desesperanza prevalece en el ánimo del paciente.
La espera provoca desesperanza
Si la salud humana es, entre otras cosas, la posibilidad orgánica de esperar, con razonable confianza, de no perder la parte integral del estado de enfermedad. Podemos considerar que ciertas substancias tóxicas y determinadas situaciones vitales pueden romper ese equilibrio y entre ellas, la espera.
La ansiedad ante el futuro en la espera provoca desesperanza.
Esperar puede tener consecuencias en la salud y hay ocasiones que pueden provocar hasta final d actividad humana. Se digieren mal estas situaciones y deslindar las alteraciones patológicas de las percepciones del pensamiento o de la voluntad nos llevan a concentrar recursos para ser más eficientes.