• Científicas, el talento que se nos escapa

    La científica Raquel Pascual es graduada en Bioquímica y Ciencias Biomédicas. Con el doctorado y dos másteres en su haber, seis idiomas y formación en España, Estados Unidos e Italia, ha tenido que dejar la investigación oncológica básica para reinventarse en el Servicio de Hematología del Hospital General Universitario de Albacete. Con un currículum de vértigo, su contrato actual depende de subvenciones, donaciones y el apoyo de asociaciones como Yo me pido vida. En países como Suecia, Dinamarca o Finlandia se la rifarían con un contrato a la altura de su formación.

    Raquel Pascual científica
    La investigadora Raquel Pascual leyó su tesis tres semanas antes de dar a luz. Aprovechó el año en paro para cuidar de su hijo y ahora se ha reinventado para cambiar la investigación básica por la clínica. Trabaja en el Servicio de Hematología, pero no pertenece al Sescam. Su contrato depende de donaciones.

    La albaceteña Raquel Pascual tiene un grado, un doctorado, dos másteres y seis idiomas en su haber

    Dinamarca, Suecia o Finlandia se rifan currículum como el suyo

    Su contrato en el Servicio de Hematología lo sufragan subvenciones y donaciones

    La investigación pública pierde talentos como el de Raquel Pascual después de formarlos. Así, forja a los mejores, pero a la hora de retenerlos no tiene una fórmula tan simple como un contrato fijo y estable que permita llegar a fin de mes. Son países como Dinamarca, Suecia, Noruega o Finlandia los que pujan por lo científicos españoles. Y éste habría sido el destino de Raquel Pascual, pero la familia ha hecho de contrapeso y ha optado por reinventarse.

    Cada 11 de febrero se celebra el Día de la Mujer en la Ciencia. Esta jornada sirve para demostrar que la investigación no entiende de género. Las mujeres, sobre todo en el campo de la salud, son mayoría. Sin embargo, conforme pasan los años pesa más la familia y a la hora de mantener una carrera científica la mujer se enfrenta al doble hándicap que suponen la inestabilidad y la maternidad. Así, mientras la mitad de las mujeres tienen el doctorado sólo el dos por ciento consigue la cátedra.

    A sus 29 años, Raquel Pascual es la coordinadora de ensayos clínicos en el Servicio de Hematología de Albacete, donde ayuda a buscar los mejores tratamientos para pacientes que se enfrentan a enfermedades tan graves como una leucemia aguda. Después de años hilando becas nacionales e internacionales, de doctorarse en Oncología Molecular en la Facultad de Medicina de Albacete y de completar dos másteres, ha recalado en su tierra, en Albacete.

    Y el de Raquel Pascual no es el caso más llamativo. Tiene amigas con más de 40 años y un currículum capaz de abrir cualquier puerta en el extranjero que viven de proyectos que, al acabarse la subvención, te dejan en la estacada.

    “Tengo compañeras que después de cuatro años cobrando 600 euros se han pagado un máster de 12.000 euros para reinventarse y entrar en la empresa privada”

    Raquel Pascual

    “Doy gracias a Dios porque me tomé un año para cuidar de mi hijo y hoy estoy trabajando”, recuerda mientras se siente afortunada porque en 2014 Pascual consiguió uno de los mejores contratos para hacer la tesis gracias al apoyo de la Universidad de Castilla-La Mancha.

    “Tengo compañeras que después de cuatro años cobrando 600 euros se han pagado un máster de 12.000 para reinventarse y entrar en la empresa privada”. Así, si bien Raquel Pascual representa a la mujer en la ciencia, junto con el mérito, la capacidad y el esfuerzo, la precariedad es común en hombres y mujeres, aunque busquen la cura del cáncer.

    A juicio de Pascual, España debería retener el talento que forja para que la investigación pública no se nutra únicamente de quien decide sacrificar sus mejores años por vocación, con contratos temporales que no permiten llegar a final de mes.

    Soportamos condiciones impensables en otros países

    “Soportamos condiciones impensables en otros países porque apostamos por la ciencia y por España. Pero se van la mayoría. Los hombres porque aprovechan las ofertas de otros países y muchas mujeres porque formar una familia les lleva a bajarse de la rueda”.

    La ciencia se abre a las mujeres, pero a los obstáculos habituales se unen otros como el de la conciliación.

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