• Si nos relajamos, será devastador

    El neumólogo Raúl Godoy cuenta su experiencia como paciente y médico frente al coronavirus. Insiste en que no se puede bajar la guardia.

    El Autor

    Raúl Godoy Mayoral

    Neumólogo, presidente de la Sociedad Castellano Manchega de Patología Respiratoria

    Hola de nuevo diario. Hace ya mucho tiempo que no escribo, y no porque no hayan pasado cosas. Nuestras vidas han cambiado de forma radical y nunca volverán a ser como antes.

    Raúl Godoy coronavirus

    La vida transcurría apacible con mil y una responsabilidades profesionales. La neumología evolucionaba y nuevos conocimientos nos tenían centrados. Preparábamos el congreso de la SOCAMPAR con muchísima ilusión.

    De fondo oíamos información de un nuevo virus que estaba haciendo estragos en la otra parte del mundo. Nosotros estábamos tranquilos, aquí no iba a llegar y si llegara ¿qué?, una gripecilla más.

    China no hacía más que sacar publicaciones y advertir de que la cosa era seria, que teníamos que hacer caso. Ellos tomaron medidas radicales que debieron de hacernos pensar. Pero nosotros vivíamos cómodos y felices. Aquí no llegará y si llega van a ser muy pocos casos y totalmente controlables- eso nos aseguraban nuestras autoridades sanitarias.

    Yo era uno de los que confiaban en las autoridades y sacaba a relucir ese tipo de frases, pero organismos internacionales (a los que aquí nuestras autoridades sanitarias dieron poca difusión) no paraban de advertir del peligro.

    ¿Cuándo empecé a mosquearme?

    ¿Cuándo cambió mi modo de pensar? ¿Cuándo empecé a mosquearme? Fue cuando empezaron las noticias de la situación en Italia, cuando me enteré que no hacíamos controles de temperatura en aeropuertos, cuando vi que íbamos y veníamos de las zonas donde el virus campaba a sus anchas.

    Me di cuenta que íbamos una semana por detrás de Italia, donde la situación ya era caótica. No entiendo cómo si un mindundi como yo lo vio, la gente que recibía las noticias, los avisos de organismos internacionales, las peticiones de ayuda, la gente que tenía la responsabilidad de vigilar, no lo hizo y siguió recomendando las reuniones masivas. Es más, no me creo que no lo vieran cuando recomendaron la supresión de congresos médicos, aunque no las manifas y eventos masivos.

    Yo empecé a ver enfermos con COVID, empecé a recibir protocolos de atención y de protección, hasta tres versiones el mismo día. Las versiones de los protocolos de protección variaban en función del material que teníamos. Era inevitable, en la última guardia que hice en Marzo, lo cogimos un montón de los que estábamos en el hospital.

    Y empezó la fiebre

    Ese mismo sábado empecé con fiebre, cansancio, dolor de cabeza, musculares y malestar. El lunes estaba mucho mejor y llamé a mi jefe: “Oye, yo no estoy incubando, estoy enfermo. Así que si me hago la PCR y no tengo virus, esto debe ser otra cosa. Además estoy mejor y ya no tengo fiebre, de modo que me podría incorporar pronto”.

    18 días entre 4 paredes

    Me hice el test, volví a casa cansado. Estaba bien. Al día siguiente también, pero el miércoles por la noche volvió la fiebre, aumentó el cansancio, los dolores y la tos. Así un día tras otro. Lo pasé muy mal, atento siempre a la temida disnea. Enfermo en mi casa, sólo, sin compañía en mi habitación. Sin dejar que pasara mi familia a verme. Atento siempre a la temida disnea (que gracias a Dios no llegó). Estuve sólo, sin contacto humano, desesperado, durante 18 días. Estuve entre esas 4 paredes, con las noticias de la sociedad, hasta que, aunque aún con tos, me salió la PCR negativa.

    El regreso

    Me incorporé a trabajar y encontré un hospital distinto. Dedicado a una sóla enfermedad. Lleno hasta arriba de enfermos graves y sin familia. De pacientes que cuando entrabas a verlos agradecían cualquier información, te contaban que su prima, su madre, su hermano estaban muy mal o que habían muerto y no sabían nada de ellos. No entiendo cómo mis compañeros han podido soportarlo tanto tiempo. Yo llegué después y casi preparado por las noticias que tenía y el primer día acabé hundido.

    Falta de protección, pero menos presión asistencial

    Ahora, aunque las situación ha mejorado y hay menos enfermos ingresados, se siguen acabando los EPI, tenemos escasez de mascarillas, da miedo volver con el virus a casa y contagiar a la familia. Pero lo que más miedo da es saber que el virus no está vencido, que si nos relajamos volverá con fuerza. Aunque estaremos mejor preparados (no por el material que nos sigue faltando sino por la organización), emocionalmente será devastador.

    A las cabezas pensantes…

    Ruego a nuestras cabezas pensantes que piensen en nosotros, que su pueblo sea la prioridad y no la lucha por el poder y el castigo al oponente.

    La gente es valiente y responde ante situaciones impensables como la que nos ha tocado vivir. Ojalá nuestros dirigentes estén a la misma altura.

    2 comentarios

    1. Jose Joaquin Tárraga

      Gracias

    2. Cuídate Raúl y también todo vuestro personal.No es el momento de hacer otros comentarios.

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