• Guerra a las bacterias resistentes

    Hay que rearmarse con nuevos antibióticos para evitar millones de muertes

    ¿Resistencias antibióticas? Ya están aquí las consecuencias del abuso. A lo largo de la historia, las infecciones han sido una de las principales causas de mortalidad. Esto cambió con el descubrimiento de los antibióticos, que consiguieron aumentar la supervivencia considerablemente. Sin embargo, su uso excesivo ha llevado a un aumento exponencial de las resistencias antibióticas, planteando la posibilidad de un retorno a situaciones similares a la era preantibiótica.

    El Autor

    José Domingo Gómez Martínez

    Médico, mención especial de la UCC+i en el certamen ‘Cuéntame tu TFG’

    Su uso excesivo ha llevado a un aumento exponencial de las resistencias antibióticas, planteando un retorno a la era preantibiótica.

    Placa de Petri con un cultivo de la bacteria Klebsiella pneumoniae. / Leyre Flamarique (CSIC)

    Se ha llegado a estimar que para 2050 las infecciones por bacterias multirresistentes podrían causar 10 millones de muertes anuales, de ahí que estudiemos las enterobacterias, una familia de bacterias Gram negativas conocidas por su capacidad de fermentar glucosa. Aunque no todas son patógenas, las que lo son tienen un gran impacto sanitario debido a su frecuencia y su asociación con resistencias.

    ¿Qué entendemos por multirresistente?

    Para considerar que una bacteria es multirresistente debe adquirir inmunidad a al menos un antibiótico de tres clases diferentes, lo que se consigue mediante la reducción de la permeabilidad de la membrana bacteriana, el desarrollo de transportadores que expulsan el fármaco, la modificación de la diana terapéutica y/o la modificación enzimática del antibiótico. Este último es el más significativo en las enterobacterias, con las betalactamasas representando un desafío terapéutico considerable.

    En los últimos años, han surgido pocos recursos nuevos para combatir la resistencia antibiótica, lo que ha obligado a recurrir a fármacos en desuso o combinaciones de varios compuestos que actúan sinérgicamente.

    Algunos de los nuevos tratamientos incluyen el cefiderocol, una cefalosporina siderófora que se introduce en la bacteria a través de los canales de hierro; el resto surgen de la combinación de un betalactámico y un inhibidor de betalactamasas como es el caso de la ceftazidima/avibactam, el ceftolozano/tazobactam y el meropenem/vaborbactam.

    Nuevos antibióticos

    Estos nuevos antibióticos se han clasificado como fármacos de reserva, restringiendo su uso a situaciones específicas para evitar el desarrollo de nuevas resistencias. Por ello, este estudio evaluó su uso y efectividad en el tratamiento de infecciones por enterobacterias. Se observó que en el 72,22% de los casos, estos fármacos se utilizaron para combatir infecciones en los focos aprobados, mientras que en el resto se emplearon como último recurso ante el fracaso del resto de opciones.

    La enterobacteria más comúnmente tratada fue Klebsiella pneumoniae, especialmente su cepa productora de carbapenemasas KPC, la cual es la más prevalente en la mitad sur de la Península Ibérica. En términos de mecanismos de resistencia, el 67,5% de los tratamientos se dirigieron a enterobacterias productoras de carbapenemasas, siendo esta su principal indicación.

    Tasas de curación

    La efectividad de los tratamientos se evaluó considerando las tasas de curación que fue del 46,88%, de reinfección a los 90 días (15,62%) y mortalidad a los 90 días (53,12%). Estudiando la mortalidad en función del antibiótico, observamos que el 51,58% de los tratamientos con ceftacidima/avibactam presentaron dicho desenlace, concordando con estudios que estiman una mortalidad del 8-50% para infecciones tratadas con este fármaco.

    La tasa de mortalidad para el meropenem/vaborbactam fue del 28,57%, similar a otros estudios con un 26,9%. Sin embargo, los pacientes tratados con cefiderocol o ceftolozano/tazobactam mostraron una mayor mortalidad (50%) comparado con otros estudios (30-34% para cefiderocol y 8,9% para ceftolozano/tazobactam).

    La gran mortalidad que asocian estas infecciones puede deberse al hecho de que el 97,5% de ellas se adquirieron en el ámbito hospitalario, lo que implica pacientes con comorbilidades graves. Estos datos remarcan la imperiosa necesidad de potenciar el desarrollo de nuevos antibióticos y salvaguardar los ya presentes mediante la implementación de programas de optimización de antimicrobianos.

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