El catedrático de Anatomía ha convertido a Albacete en referencia del diagnóstico precoz del alzhéimer
El 8 de julio de 1998, en plenos Sanfermines, un médico pamplonés, el catedrático Ricardo Insausti Serrano, daba un salto al vacío y aterrizaba por primera vez en su vida en Albacete, donde en octubre se alumbraría a la primera Facultad de Medicina de Castilla-La Mancha. Continuaba así con una línea de investigación sobre el sistema nervioso a la que ha dedicado medio siglo. Y, con el tesón del científico, convertía a Albacete en lo que es ahora, en punta de lanza en la detección precoz del alzhéimer. Este 21 de septiembre de 2023, día mundial de la enfermedad, recibía el Premio Mnemósine dela mano de la asociación AFA.
Insausti recibe el XVI Premio Mnemósine
Un médico de laboratorio
El Dr Insausti estudió Medicina en la Universidad de Navarra y consiguió plaza MIR para especializarse en Neurocirugía, pero la pasión por la investigación pudo más y cambió consultas y quirófanos por el laboratorio, donde ha pasado más horas que el reloj. De hecho, estuvo en el Salk Institute, en La Jolla (EE UU), famoso ahora por las investigaciones del hellinero Juan Carlos Izpisúa pero que en 1975, cuando Insausti empezó su tesis, ya contaba con tres premios Nobel.
Dice que llegó hasta Albacete, desde su Pamplona natal, con su mujer y sus cuatro hijos, víctima de la endogamia que sufre toda la universidad española, “el más absurdo de los males”. Después de que le negaran la cátedra una y otra vez a favor del candidato local, la Facultad de Medicina de Albacete le daba la oportunidad de alcanzarla al tiempo que le garantizaba su apuesta investigadora por el sistema nervioso.
Pensó entonces que una facultad en pleno proceso de gestación miraría más allá del lugar de nacimiento y así fue. Se entrevistó con Ernesto Martínez Ataz, quien más tarde sería rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, y, si bien el salto a Albacete suponía una importante pérdida de ingresos, pudo más la ilusión por investigar que el dinero. Su mujer aterrizó como profesora en la Facultad de Económicas y él se unió a la recién nacida Facultad de Medicina. Después de dos décadas de experiencia investigadora, firmaba un punto y seguido a siete horas en coche de su hogar.
El profesor Ricardo Insausti empezó su carrera investigadora en el Instituto Salk, con tres premios Nobel
El sistema límbico, el hipocampo, las lesiones… Desde que comenzara en Estados Unidos en 1975 no ha dejado de ahondar en un camino que ahora le lleva a centrarse en el diagnóstico precoz del alzhéimer. Detrás, hay medio siglo de trabajo que ha dado sus frutos, ya que su modesta Facultad de Medicina, la de Albacete, cuenta con un banco de cerebros de referencia mundial. Además, su equipo y él han conseguido un acuerdo económico con la Universidad de Pensilvania (Filadelfia, EE UU), que triplica cualquier línea de financiación española, hasta 2027. A 13 meses de los 70 años y de la jubilación, el profesor Ricardo Insausti ha garantizado el futuro de sus investigaciones a un lustro vista, un auténtico logro. Además, tiene en su pupila, la catedrática Mar Arroyo, el relevo generacional.
Sin cura, la clave frente al alzhéimer está en detectarlo de forma precoz y frenarlo
Albacete tiene los cerebros y la técnica para cortarlos, mientras que Filadelfia es capaz de hacer resonancias de 9,4 teslas, multiplicando por nueve la potencia de una máquina como la del Hospital General Universitario de Albacete. De esta manera, se buscan los primeros indicios para el diagnóstico del alzhéimer. Y es que si bien esta enfermedad no tiene cura, la esperanza está en fármacos que la frenen, de ahí la importancia de diagnosticar y actuar cuanto antes.
Consciente de que el cerebro es más complejo que el Universo y que hay tantos alzhéimer como pacientes, el profesor Insausti confía en que deja el testigo para poner su granito de arena en el freno de otra gran pandemia.