El neurocirujano Vicente Calatayud denuncia cómo deriva el Sescam a sus pacientes a la sanidad privada, sin pruebas o con diagnósticos confusos
“Hay que defender a muerte a la sanidad pública”. Son las palabras con las que empieza el reportaje de despedida del Dr Ramon Peyró, jefe de Anestesia del General de Albacete, con quien he estado al pie del cañón, peleando por lo mismo que él reivindica, mientras estaba en Hospital General. Con él conseguimos mantener lo que menciona, que los pacientes de Albacete no tuvieran que ser trasladados a Murcia, Alicante, Valencia, Madrid… una lucha sin cuartel para que los gestores entendieran lo que a estas alturas, en mi opinión, aún no han entendido, independientemente del color político que está en el gobierno. Pero les recuerdo que la Dama, es decir, el PP, en esta región solo ha estado cuatro años, el resto de la gestión la ha llevado a cabo la misma administración que ahora ningunea a los españoles porque no somos magnánimos.
Sanidad pública, sin duda, pero es insuficiente
Sanidad pública, sin duda, pero es insuficiente. No es capaza de cubrir las necesidades de los ciudadanos de Castilla-La Mancha. Solo tenemos que mirar las listas oficiales, y todos aquellos que hemos trabajado dentro del sistema sabemos que están trucadas, ya lo he denunciado en más de una ocasión cuando estaba dentro del sistema, hasta el extremo, que el entonces consejero de Sanidad, Jose Ignacio Echániz, pedía mi cabeza, por mis denuncias de las deficiencias existentes.
No aprendemos, no queremos aprender, gran parte de aquellas denuncias y reivindicaciones serían válidas en estos tiempos.
Nos enteramos de lo que los políticos quieren
Recientemente podíamos leer que una paciente no podía ser tratada en nuestro hospital porque un aparato, láser, estaba estropeado. Desconocemos si ya se ha reparado, qué más da, a fin de cuentas, la población no se entera de aquello que los medios no cuentan y estos no cuentan lo que los políticos no quieren que cuenten, ejemplos no tengo que manifestarlos, todos somos conscientes, nos enteramos de lo que ellos quieren, cómo y cuándo quieren.
En mi opinión, la sanidad pública se está muriendo, lentamente, pero de forma continua, porque sus integrantes, los que la mantienen viva, los profesionales a todos los niveles, han perdido la ilusión, se han acomodado a lo que hay y no reaccionan contra algo que, de forma sutil, solapada, se les impone de tal forma que uno se acomoda y aquí me las den todas.
Las derivaciones a la privada
No es de recibo que los pacientes que se derivan a la privada, para ser tratados en los centros concertados porque la publica no da de sí, lleguen como llegan, sin saber a qué van, con pruebas realizadas que no llegan a las consultas, con diagnósticos que en muchas ocasiones no concuerdan con lo que los pacientes cuentan. Se les avisa deprisa y corriendo para que acudan a consultas porque hay que sacar las famosas listas de espera. Nos acercamos a momentos de propaganda electoral y debemos decir que nuestras listas han mejorado, sin detenernos a pensar en qué han mejorado,
Por otro lado, la privada asume estos pacientes sin cuestionarse qué asume, sin poner las cosas claras.
Un despropósito
Detrás de cada paciente que acude a una de estas consultas de lista de espera, después esperar dos, tres años, hay una historia, una vida que espera una solución. La privada debería exigir todos los datos que el Sescam tiene archivados, y el Sescam debería molestarse en facilitar esos datos a los profesionales que, sin conocer a los pacientes, deben valorar qué hacer con ellos cuando la situación actual ha variado tanto, como lo hace la vida misma en tres o cuatro años.
Cuando me refiero a la privada me refiero a los gestores de la privada, y cuando me refiero al Sescam, me refiero a aquellos que deciden qué pacientes son los que se derivan y qué datos son los que se facilitan.
Luchar por la sanidad pública a muerte significa, significarse, denunciar lo que no funciona y exigir de los gestores que funcione, trabajar de sol a sol.
Todos estamos en el mismo barco
Trabajar por la sanidad pública a muerte, significa que cuando se trabaja en un centro concertado, se debe exigir a los gestores que los pacientes lleguen con los datos en regla, que negocien sabiendo qué negocian y qué deben exigir a cambio de sus servicios.
Todos estamos en el mismo barco, aunque muchos que solo trabajan en la llamada pública, no quieran asumirlo.