
La décimo primera de las pruebas de la IX edición de las Rutas de Senderismo que organiza la Diputación Provincial de Albacete nos lleva a Mahora. Los senderistas se desplazaron de nuevo hasta la comarca de La Manchuela, en el término municipal de Mahora, para recorrer las orillas del Valdemembra y Júcar y descubrir sus fantásticos paisajes. Una atractiva ruta circular, de dificultad media, con 16 kilómetros de distancia y unas cinco horas de duración.
📷 Fotografías: Luis Sánchez Vizcaíno
Desde la cuesta de la Balaguilla
Fueron recibidos en Mahora por el alcalde de la localidad, Antonio Martínez, quien les acompañaría durante toda la ruta. Así, tras el café, la foto de grupo de rigor, y con algo de lluvia, se desplazarían en autobús hasta la cuesta de la Balaguilla, desde donde comenzarían la ruta a pie.

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Desde aquí, pudieron contemplar una espectacular vista de la Hoz del río Valdemembra. Rodeados de pinos, matorral bajo y campos de cultivo, donde predominaba los bonitos almendros en flor, se dirigieron hacia la Cueva del Valdeanguilla, más conocida como la Cueva del Dragón.
Antes pasaron por la finca Cañada de la Hoz, una explotación ganadera donde también contemplaron una peculiar zona de descanso de los pastores.
El Chaco Azul
Desde aquí comenzaron a subir por una senda entre pinos en dirección al Corral de Bolinches, para bajar hacia el río Júcar. Aquí aprovecharon para almorzar un rico bocadillo de jamón junto a bebida fresca cortesía del ayuntamiento de la localidad.
Con fuerzas renovadas, siguieron avanzando, primero con una fuerte subida hacia el barranco del Búho Real, rodeados de espartos, aromáticas, pinos y ríos de piedra, donde es habitual ver Búhos y Águilas. De ahí, cogieron un camino que les llevaría a lo más alto de Bolinches, para bajar después hacia la desembocadura del río Valdemembra. Pudieron ver el precioso Paraje de la fuente de la Teja, antiguo lavadero, junto al lado de la central hidroeléctrica de Bolinches.
Desde aquí retrocedieron un poco el camino andado para pasar al otro lado del rio donde pudieron observar al llamado Charco Azul, un remanso de agua de ese color, con unas pasarelas de madera que permiten casi adentrarse en el mismo rio.



De regreso, subieron hacia la antigua vía del tren, para comenzar el último trayecto de la ruta hacia el punto de partida.