• En busca de las setas de cardo

    La búsqueda del preciado hongo nos permite seguir fieles a la filosofía: “Frente al sedentarismo, senderismo”

    El Autor

    Rigoberto López y Manuel Martínez

    Profesor de Psicología en la Facultad de Enfermería y médico dentista

    Algo tienen las setas de cardo que su búsqueda resulta adictiva. A media legua de San Pedro, una antigua posada donde fue mulero mi abuelo, es el destino de la tarde. Me han dicho que están saliendo las setas y he propuesto al petit comité andarín un objetivo híbrido, andar y buscar setas. O, mejor dicho, buscar setas y andar.  

    • Setas de cardo. Pleurotus eryngii, llamada popularmente seta de cardo, porque es un hongo que se encuentra precisamente donde hay cardo. Es una seta muy apreciada en la cocina.

    La zona es llana, recorrida por dos ramblas, Cañada Juncosa y Oriñuela, y la Cañada Real de Andalucía a Valencia

    La cosa empieza de película, de picos por el WhatsApp en tanto llegan al lugar de recogida, y terminamos hablando de amor conyugal, celebrándolo en Parque Sur, un barrio que conozco bien, aunque algunas señales están mal puestas. Entre dopamina, escasa, y otros neurotransmisores más sosegados, se reparten las moléculas de nuestros amores. Dice la editora que no hay censura en su periódico. Innovación presagia el bardo para el año nuevo. ¿Tendrán principios activos los hongos?

    Hemos rescatado lo mejor de nuestros ajuares para el senderismo en una tarde fría y encapotada, aunque de vez en cuando se asome el sol. Gorros de lana con o sin pompones, alguno rosita muy vistoso, cuellos, guantes, polares y abrigos. Cesi, ha sustituido el bastón de su Tete por un abrigo de los que utilizaba para cazar. Hoy está en tecnicolor y tierna.

    Briznas sutiles hacen presencia. La luz de la tarde potente y las primeras estrellas de la noche brillarán con intensidad. Andamos por un lugar propicio, de tal modo que nuestra atención va escaneando el suelo en busca de tan preciado hongo.

    Las liebres, aunque escasas, se dejan ver

    La zona es llana, recorrida por dos ramblas, Cañada Juncosa y Oriñuela, y la Cañada Real de Andalucía a Valencia. Una de las ramblas la andaremos una buena parte de la tarde por dentro, orillas y pequeñas lomas cercanas, como los cinco magníficos. A mis pies salta una liebre y desaparece rápidamente entre las matas. Descubro su cama, muy bien camuflada debajo de un esparto, calentita y mullida, siento haberla molestado y que se haya sentido en peligro por mi presencia. Me ha gustado verla, ¡ya tan escasas! Llamo a Manu para su regocijo.

    La otra la cruzamos en dos ocasiones, es de mayor profundidad y con abundantes restos de arrastres. Ambas aún con algunos encharcamientos, losas corridas, piedras sueltas y ocasionalmente areniscas y chinarros. Me consta que son bravas cuando los temporales aprietan, algunas pozas y barrancos dan fe de ello. De los bancales cercanos van surgiendo murallas de piedras o restos de podas de almendros y pistachos. La zona es de labor, cereales y leñosas. De cuando en cuando majanos, lomas esparteras, tobares, retamales, además de las típicas plantas de monte bajo que vamos oliendo. Corretean los conejos para resguardarse en las bocas que horadan las orillas. Y algún pajarillo va saltando a poca distancia. Buscamos en zona de cardos e hinojo a las señoras de la tarde.

    Cuestión de esporas

    Últimamente ha bajado la temperatura y la lluvia ha hecho su aparición y el hongo sintiéndose morir quiere dejar descendencia e inicia su crecimiento reproductivo dando lugar a setas que generaran esporas con el fin de formar nuevo micelio. Desde el inicio vamos encontrando, algunas ya pasadas o agusanadas, otras de varios días pero sanas y las más recientes de un llamativo marrón oscuro casi negro y con un peculiar olor, las más apreciadas. Como no puede ser de otra manera, grititos y exclamaciones van surgiendo y todos acudimos a la llamada “donde hay una puede haber otra”. Hoy las chicas están sembradas.

    Cesi cada poco está cabeza abajo y MD se ha vacunado del miedo que tenía porque se creía gafe, pero ha roto la maldición. Juan, por su parte no tan motivado, no trae navaja. Le preparamos algunos escenarios para que se encuentre con ellas, pero no las ve aunque tampoco las pisa. ¿No será que no quiere sacarse las manos de los bolsillos y nos la está pegando? Su actitud corporal es de encogimiento, tal vez por frio como podría delatar su nariz roja y el gorro del plumas bien encalado. Luego diría que tenía que hacerse con un cuello y guantes.

    El mejor de los finales

    Poco a poco, aun con los descartes, va aumentando el contenido de la cesta.  Y teniendo claro que volveremos a visitar a María Jose en el Canal del Salobral para que nos las guise, junto con sus patatas asadas e higadillos. Ya somos amigos, lee nuestras crónicas y nos alecciona para el futuro, una llamada y nos tendrá presentes. Nos hacemos una foto para sellar el pacto. Durante la merienda nuestro hombre brújula se interesa por la hechura del ajo de harina con setas. Compartí mis recuerdos de las comidas con mis galgueros de San Pedro (“cazador de galgo y hurón no se pelearán sus hijos por la partición”).

    Receta de ajo harina

    Y esta actualización de Bogarra me la ha dado Pilar, la abuela de mis hijas: cubrir el fondo de la sartén con buen aceite. Sofreír un pimiento de los de secar, tipo italiano, y retirar. En ese aceite sofreír una patata en rodajas, un pimiento verde, un ajo o dos y las setas (crudas o un poco cocidas previamente, al gusto) Añadir pimentón, remover, y un poco de tomate en conserva. Añadir la harina (cuchara sopera por comensal) y sofreír. Y el agua (vaso de agua por cucharada de harina, o hasta tapar los ingredientes y un poco más). Cocer sin asorratar para que no salgan grumos e ir removiendo durante 15 min. y retirar cuando este como una papilla. Disponer de abundante pan para mojar (otros lo comen con cuchara). Cuando se hace a la lumbre lo recomendable es colocarse alrededor de la sartén, mojar y paso atrás. Y la bota que no pare. ¡Excelente!

    Llaneando a lo largo de 8 kilómetros

    Esta anocheciendo y aún con el modo seta activado. Dejamos la Cañada Real y seguimos el camino que cruza Los Santiagones y la Loma del Bachiller dejando a nuestra derecha el Carril de los Pinicos y El Aligar, hasta cruzar la carretera frente al camino de Balazote. Otros han preferido el campo a través y la linterna para acortar un poco. Han sido 2,40 h y 8,30 km en una etapa con apenas 100 m de desnivel y muchas emociones. Una vez más. Una gozada compartida. Una suerte buscada.

    ➡️ Tiene otras rutas en la sección ‘Senderismo’

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