• Entre la sordera y la ruina

    Relato del médico y escritor Miguel Ángel Hernández Bitor publicado en su libro ‘Un ratero en Budapest y otras historias’

    El Autor

    Miguel Ángel Hernández Bitor

    Escritor y médico

    Parece ser que la sordera, como muchos otros problemas de salud, existe «desde que el mundo es mundo» y en cada época, los afectados por esta afección se han valido de lo primero que han tenido a mano para paliarlos de alguna manera.

    sordera ruina

    Se asegura que el primer sistema que utilizó el ser humano para reducir esta pérdida auditiva fue la mano, con la que se ganaban algunos decibelios, lo que no resultaba nada mal.

    Posteriormente, a medida que los avances científicos los permitían, se fueron introduciendo una serie de elementos –desde el cuerno seco y hueco, los embudos y otros utensilios- hasta llegar a nuestros días, donde los audífonos digitales marcan el punto culminante en el desarrollo de este tipo de dispositivos, destinados a mejorar –y de qué manera- la calidad de vida de las personas afectadas.

    No cabe duda de que más pronto que tarde una nueva generación de audífonos dejará obsoleto a los actuales, pero, a día de hoy, es lo mejor que tenemos.

    Muchos personajes famosos –entre ellos Beethoven, Goya, Alejandro Magno, por solo mencionar algunos, han tenido que compartir este mal, lo que curiosamente demuestra que a pesar de la gran limitación que esta enfermedad representa, eran verdaderos genios, cada uno en lo suyo.

    Creo que mi primera relación con una persona sorda comenzó desde muy temprana edad, pues mi querido abuelo Lelo era, como se dice, «sordo de cañón». Vaya, como una tapia. Seguramente no le hubiese servido de consuelo el saber que otros personajes famosos compartían con él su problema. Además, por su origen humilde, estoy seguro de que hablarle a mi abuelo de Alejandro Magno o Beethoven hubiese sido como hablarle en chino.

    A gritos, el más común de los remedios

    Mi abuelo, quizás como los primeros seres humanos, remediaba malamente su problema acercando su mano al oído, pero en realidad para comunicarnos con él tenía que ser, necesariamente, a gritos. Además, lo haría por pura intuición, pues mi abuelo no tenía idea de decibelios y mucho menos de frecuencias. Tampoco utilizó nunca un cuerno u otro tipo de instrumento con forma de embudo, seguramente por desconocimiento de lo que se utilizaba en aquel entonces en algunos países.

    Fue también de niño cuando tuve conocimiento de que existían los «aparatos para sordos». Esto lo supe el día en que tocó a nuestra puerta un vendedor de pirulíes, que llevaba lo que hoy se conoce como un audífono del cual salía un cable trenzado que se metía por dentro de la camisa y terminaba en una especie de «cajita» que me imagino iría sujeta al cinturón.

    Abrí la puerta y salí corriendo a avisar a mi madre.

    -Mami, mami, ahí está el «hombre eléctrico» –le dije muy asustado.

    Fue entonces que mi madre me explicó la utilidad de aquel novedoso aunque poco disimulado artefacto.

    Nunca supe por qué mi abuelo Lelo no tenía uno igual y tampoco se me ocurrió preguntarlo. Ignoro si en aquel entonces su precio era demasiado alto o eran otras las razones para que mi abuelo no pudiera disfrutar de la tecnología de entonces.

    Audífonos de lo más variados

    Desde hace muchos años sé que existen infinidad de audífonos, con distintos tamaños y formas y que, a diferencia del que llevaba el «hombre eléctrico» pueden llegar a ser casi imperceptibles. Los vemos en los escaparates de los centros especializados en audiología y también a numerosas personas de todas las edades.

    Sin embargo, después de aquella anécdota de mi niñez de la cual han pasado más de 60 años, ayer, por primera vez, he conocido un poco más acerca de estos dispositivos. Este hecho se produjo al acompañar a un familiar -a quien distintos especialistas habían recomendado su uso-, a un centro especializado, donde fue atendido por personal muy cualificado y después de realizadas las pruebas de rigor, le explicaron con lujo de detalles todo lo relativo a los mismos.

    Nadie es capaz de imaginarse la gran variedad que existe teniendo en cuenta su tamaño, prestaciones, colores, si llevan pilas convencionales o recargables, etc, etc. Pero lo que nos dejó realmente impresionados fue el elevado coste de estos «aparaticos», que para muchas personas representan la única posibilidad  de relacionarse con los demás por medio de la palabra.

    Es cierto que los hay de diferentes precios pues, como en muchos otros productos, existen diferentes gamas –baja, media, alta, premiun- y me imagino que posiblemente habrán premium+, ultra Premium, super Premium y quien sabe cuántas más, pero es sorprendente lo que puede llegar a costar incluso el más básico de ese amplio catálogo.

    Un lujo para muchos

    De manera que, aunque el afectado se decida por la versión más económica –que, por supuesto, es la que menos prestaciones le puede ofrecer-, la cantidad a pagar no está al alcance de cualquier bolsillo.

    No podemos olvidar que la sordera es un grave problema de salud y, como tal, el sistema sanitario algo tendrá que decir.

    Pretender su financiación por el Sistema Nacional de Salud, siendo realistas,  no parece que sea posible, pero quizás  éste podría asumir una parte de su coste. Sin embargo, el meollo de la cuestión parece estar en los elevados precios que imponen los fabricantes a sus productos.

    Es cierto que son equipos muy avanzados y sofisticados, pero de cualquier manera me parecen precios excesivos. Recordemos que no se trata de un simple capricho ni un artículo de lujo.

    Algo similar sucede con las gafas graduadas, aunque a menor escala. Sin embargo, en estos casos existen numerosas opciones al alcance de cualquier economía. El que quiere y puede comprar unas gafas «de marca» pues que lo haga, pero el que las necesita y no tiene suficientes recursos, siempre tendrá la posibilidad de mejorar su deficiencia visual con unas gafas normalitas.

    Entre un coche y un audífono

    Resumiendo, que la visita a un centro auditivo nos ha deparado numerosas sorpresas, pero, sin lugar a dudas, es incomprensible que unos audífonos puedan costar casi lo mismo que un coche. Esto es de locos.

    No sé cuánto le costaría el audífono al «hombre eléctrico», pero estoy seguro de que si en aquellos años la proporción hubiese sido la misma que en la actualidad, entendería perfectamente por qué mi abuelo Lelo se llevaba la mano a la oreja. Colocarla en forma de copa o de corneta era el único recurso al que podía aspirar.

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    24 comentarios

    1. Buen artículo y realista, los audífonos deberían estar al alcance de todos. Buen resumen de la evolución de los aparatos.

    2. Interesante y ameno este nuevo relato del doctor y escritor Miguel Angel Hernández, esperamos que publiquen muchos más.

    3. Es un abuso total el altísimo costo de los audífonos que necesitan las personas con problemas de audición. Es un articulo que denuncia una realidad que debe cambiar.

    4. Excelente repaso a la historia de la sordera y, sobre todo, de los recursos para paliar esta deficiencia que el ser humano padece con el transcurso del tiempo en mayor o menor medida y la dificultad para acceder a la mejor tecnología de la mayor parte de la humanidad.

    5. Manuel Moyano Fernández

      Desgraciadamente y aún hoy el pobre tiene pocas posibilidades de parecerse al ” hombre eléctrico” dado como dices amigo Miguel, por los precios que tienen esos artilugios, como por ejemplo también los tratamientos odontológicos y que desgraciadamente no pueden sufragar cuando realmente se trata de tratamientos imprescindibles para hacer una vida lo más normal posible y que tendrían que ser sufragados y además en su totalidad por el sistema público de salud, como lo son algunas cirugías, pero claro por medio están las multinacionales a las que todos y digo TODOS los gobiernos permiten esos precios tan abusivos.
      En definitiva, desgraciadamente siempre faltarán muchos hombres eléctricos entre nuestros mayores.

    6. Curioso e interesante relato con un tema de plena actualidad, porque implica un asunto de carácter social pendiente de darle una solución justa por parte de nuestros gobernantes. Se refleja en el escrito la formación en medicina del autor, así como su preocupación por los actuales problemas a los q la población se debe enfrentar a diario. Suelo seguir las publicaciones de Miguel Bitor y he leído también sus libros y me encanta su estilo fresco, desenfadado y cercano al lector, así como su punto de ironía para abordar temas candentes. Por eso recomiendo la lectura de sus artículos y publicaciones pq se disfrutan mucho.

    7. Cuanta razón ….. cuan necesario es que se les preste atención a los mayores no para saquear sus pensiones, sino, para darles una mejor calidad de vida y así, en cierto modo, reconocerles una vida dedicada a mejorar la nuestra. Gracias Miguel, por poner el foco en temas tan importantes y que pasan inadvertidos.

    8. Rafael Alvarez Echevarría.

      Me parece un artículo muy oportuno. Los precios de los audífonos son exagerados

    9. Excelente articulo, refleja humildad y buenos valores humanos

    10. Pablo Domínguez

      Como bien dice Miguel Ángel, para muchas personas sordas poder disponer de un audífono es un lujo, debido a su excesivo costo.A lo que habría que añadir el dinero extra que supone adquirir uno nuevo cuando aquél se pierde, cosa que ocurre con relativa frecuencia.

    11. Miguel A.Matthias

      Incontestable y expresivo comentario.Ya aunque fuese una rebaja del iva, estaría mas que justificado.
      No queda nada claro, que artículos son y cuales no, auténticos artículos de lujo.
      Quizas el gel, el papel higiénico, las gafas, los audífonos y un sin fin de artículos , se graban en este país con el 21%
      Evidencia la gran “sordera” que agudiza nuestra clase política , ademas de la gran perdida en otros sentidos.
      La visión: de futuro
      El tacto: a su pueblo
      El olfato: a el tufo en gastos innecesarios
      Y el gusto : a el poder.
      De nuevo das en la diana

    12. Me encanto. Siempre disfruto leer lo que escribes.Sigue haciendolo.

    13. Una tierna historia de la infancia y una gran reflexión para los tiempos que corren… Hemos errado -como mucha otras veces- en los tipos de ayudas que se ofertan a nuestros enfermos, y supongo que, por temas económicos y de rédito, siempre resulta más rentable subvencionar problemas menos habituales y “populistas” que aquellos que son ampliamente extendidos y acordes a la mayor senectud de nuestra población. ¿La razón? Que se puede hacer negocio de todo, y la salud no queda exenta; y así, la presbicia y la presbiacusia siguen campando a sus anchas.
      Gran relato, Maestro.

    14. Carmen Villodres

      Con una socarrona ironía, Miguel Ängel Hernández Bitor aborda en este ágil artículo el abusivo precio de los aparatitos para oir, o audífonos, solo al alcance de grandes bolsillos.
      Y se extraña, como médico, que un artilugio que mejora sensiblemente la vida de las personas sordas pueda llegar a costar un riñón.
      Con lo de moda que está la palabra inclusión no se explica como un gobierno progresista como el nuestro no se haya dado cuenta de la importancia que tiene la inclusión de los sordos de clase media o pobres en esta sociedad.
      Claro, que siempre pude salir un inteligente y voluntarioso ministro progresista arguyendo la naturalidad y la sociabilidad que aporta a las personas sordas el llevarse la mano al oído para hacer trompetilla , o bien , el hablar a grito pelado, algo tan español.

    15. Es cierto el precio a veces no permite su acquisition. Lo cual provoca que personas con dicha necesidad no puedan comprar esos equipos.

    16. Y menos mal que existen los audífonos, porque sino acabaríamos roncos de tanto gritar al pariente con sordera………jejejeje

    17. Muy buen articulo como siempre ya nos tienes acostumbrados, a una lectura amena, concreta y que aumenta nuestros conocimientos, gracias por escribir.

    18. Una buena reflexión sobre un problema, el coste de los tratamientos, que como en el caso concreto que expone Miguel, la sordera, aún a día de hoy “aísla” a muchas personas, del mundo que las rodea, muy a su pesar, por el elevado coste de la “solución”.
      Pero por desgracia también se puede extrapolar a un gran número de problemas de salud, que si bien no son mortales, si comprometen el poder vivir dignamente a quienes los padecen, como por ejemplo las prótesis ortopédicas.

    19. Buen articulo. Los audífonos deberían estar al alcance de todos.
      Aunque yo creo que hay mucha gente que lo que tiene es el oído selectivo según conveniencia.

    20. Muy buen articulo que nos hace reflexionar sobre un tema tan necesario y del cual se escucha poco.
      Esperamos poder leer más articulos del autor.

    21. Querido “compañero de fatigas”, una vez más vuelves a mencionar con tu toque irónico uno de los temas a los que tanto el sistema sanitario como nuestros gobernantes hacen oídos sordos (en esta ocasión nunca mejor dicho).
      Deberían ponerse la mano en la oreja a modo de corneta como hacía tu abuelo Lelo para escuchar al “pueblo”.
      Gracias por tus artículos y tus libros. No dejes de escribir.
      Un abrazo

    22. Margarita Marimon

      A través de la anécdota del “hombre eléctrico” el autor nos introduce en la problemática de un mundo que algunos conocemos por experiencia. La sordera es un “pequeño problema” que sirvió de acicate a genios ilustres como Beethoven, Edison o Goya para desarrollar sus obras. Pero qué pasa con los “Sordos de a pie”? Aquellos que no tenemos una cualidad o un don especial no nos vemos en absoluto favorecidos por el ostracismo al que lleva la discapacidad auditiva, y el olvido por parte de la sociedad en general hace que la tecnología no esté al alcance de todos los bolsillos. Por ello seguiremos pasando por personas despistadas o siempre absortas en nuestros pensamientos, y seguitemos acercando la mano a nuestros oídos para enterarnos de algo…

    23. Clarivel Saavedra

      Miguel Ángel no deja de sorprendernos con sus publicaciones.
      Da gusto ver en la forma que aborda este tema tan sensible y que a los que les corresponden resolverlos no oyen..Que pena.. pero no te detengas…
      Gracias Miguel Ángel por tus publicaciones

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