• Sueño y alzhéimer tienen mucho que decir

    El Autor

    Rafael Luján

    Catedrático de Histología

    El sueño es crucial para la recuperación física, la reposición de energía y la salud mental, y desempeña un papel vital en la consolidación de la memoria. En condiciones patológicas, los trastornos del sueño se observan con frecuencia en la enfermedad de Alzheimer (EA) y afectan gravemente a la calidad de vida de los afectados. Múltiples estudios indican que estas alteraciones del sueño pueden exacerbar el estado de los pacientes con deterioro cognitivo leve, pudiendo conducir a la progresión hacia el alzhéimer.

    El sueño es crucial para la recuperación física, la reposición de energía y la salud mental, también es clave en alzhéimer, pero ¿por qué?

    La enfermedad de Alzheimer es el principal trastorno neurodegenerativo, caracterizado principalmente por el deterioro de la memoria, el deterioro cognitivo y las anomalías psiquiátricas. Estudios recientes sugieren que las alteraciones del sueño también pueden ser un síntoma de alzhéimer.

    Por ejemplo, algunas investigaciones indican que los pacientes con EA suelen experimentar alteraciones significativas de los ritmos circadianos y sueño fragmentado, que se correlacionan con daños en las regiones cerebrales responsables de la regulación del sueño.

    Sin embargo, el papel de los trastornos del sueño en la patogénesis del alzhéimer sigue sin estar claro. Algunos estudios proponen que las alteraciones del sueño pueden exacerbar los síntomas cognitivos al interferir con los procesos de consolidación de la memoria que dependen del sueño.

    Enfermedad de Huntington, epilepsia y alzhéimer

    El sueño es beneficioso para la función cognitiva y el sistema nervioso central, ya que mejora el aprendizaje y la memoria en los seres humanos. Sin embargo, la calidad del sueño tiende a disminuir con la edad. Los trastornos del sueño son frecuentes entre las personas mayores, incluidos los adultos mayores sanos. Los pacientes con enfermedad de Huntington, epilepsia y alzhéimer son más propensos a experimentar trastornos del sueño, que se manifiestan principalmente como insomnio, fragmentación del sueño, trastornos respiratorios relacionados con el sueño y síndrome de piernas inquietas.

    Péptido Aβ

    Los estudios en modelos animales de la EA también han demostrado que la acumulación del péptido Aβ provoca un aumento de la fragmentación del sueño. De hecho, parece existir una relación bidireccional entre los trastornos del sueño y Aβ: por un lado, promueven la producción y acumulación de Aβ, y por otro lado la acumulación de Aβ puede contribuir a su desarrollo. Así pues, el Aβ, como uno de los marcadores patológicos de la EA, está estrechamente relacionado con los trastornos del sueño. Además del Aβ, la proteína tau, un actor clave en la patogénesis del alzhéimer, también se ha relacionado con la aparición de alteraciones del sueño. En humanos, los niveles de tau en el líquido cefalorraquídeo están correlacionados con una reducción del sueño de ondas lentas en pacientes con EA.

    Electroencefalografía

    La electroencefalografía (EEG) es una herramienta importante para detectar y evaluar la calidad del sueño, y puede utilizarse para monitorizar los cambios del sueño en pacientes con EA. Los EEG anormales se producen principalmente durante la fase sin movimientos oculares rápidos. Estas características están alteradas en el deterioro cognitivo leve y la EA. Debido a estas evidencias, el EEG del sueño se ha propuesto como un predictor precoz de la EA, ya que estos cambios se producen antes del inicio clínico de la enfermedad. No obstante, es crucial seguir investigando la relación entre la EA y los trastornos del sueño para dilucidar la importancia de estos cambios tempranos del EEG en el desarrollo de la EA y los mecanismos moleculares subyacentes.

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