• Tenemos que medir más

    No voy a hablar de la deriva de la mejora genética, tampoco voy a hablar de la altura en centímetros de los adolescentes, que  cada vez es mayor. El tema que me preocupa es el testeo o la medición de nuestro propio trabajo.

    Cuando realizamos una prueba para comprobar si una persona tiene o no una enfermedad pueden pasar diferentes situaciones:

    • La persona tiene la enfermedad y la prueba dice que la tiene.
    • La persona NO tiene la enfermedad y la prueba dice que la tiene.
    • La persona tiene la enfermedad y la prueba dice que NO la tiene.
    • La persona NO tiene la enfermedad y la prueba dice que NO la tiene.

    Ninguna prueba , o casi ninguna, es perfecta. Así, que en el mejor de los casos cuando la aplicamos, tenemos que asumir que va a existir un pequeño error clasificatorio: la situación 2 y la 3.

    Además, muchas de las pruebas o de los juicios dependen de otras consideraciones: la calibración del aparataje, la habilidad técnica, el material utilizado, el proceso seguido, etc. Hay muchos factores que pueden aumentar o disminuir los errores.

    Nuestro deber como médicos es medirlo, sabemos que tenemos que asumir una serie de errores, pero no podemos consentir errores que podemos controlar. Debemos tener unidades de medida que nos indiquen la rentabilidad de las diferentes pruebas y técnicas, y aplicarlas, de manera que si obtenemos menos rentabilidad nuestro objetivo debe ser no una medida punitiva sino la búsqueda de soluciones.

    El proceso de medición y ajuste debe ser continuo, y el médico debe de tener tiempo para aplicarlo.

    En una ocasión, al presentar un póster en un congreso acerca nuestra rentabilidad con la broncoscopia, el revisor me preguntó si lo habría presentado si el resultado hubiera sido malo. Esto te hace pensar en cuántos trabajos y estudios se quedan en el tintero porque no dan el resultado deseado.  Sin embargo, quizás un resultado negativo ayuda más, ya que te da la posibilidad de intervenir, intentar arreglar la situación, y comprobar si el método utilizado es válido.

    Debemos medir más nuestras pruebas, técnicas y actos y ver en los resultados, si son negativos, una oportunidad de mejora.

    Hace poco NeumoMadrid publicó un libro con una serie de parámetros de calidad. Tenemos que seguir el ejemplo y buscar las mejores variables para asegurar que nuestra actuación, nuestros resultados y nuestros diagnósticos son los mejores posibles.

    Medir cuesta esfuerzo, trabajo y conlleva una serie de costes. Si se observa que no lo hacemos bien, arreglar la situación llevará una serie de costes. Sin embargo, el coste, el gravamen mayor y más absurdo, es el error. Buscar una enfermedad y no diagnosticarla (supone una serie de costes) sin llegar a una solución del problema. Diagnosticar una enfermedad que no se tiene, supone una serie de sobrecostes personales, en tratamientos, en pruebas posteriores, en tiempo, en bajas, que no resultarán rentables.