
Desde el eremitorio de Alborajico hasta el arco del Tomillo para acabar en la Laguna de Alboraj
Un eremitorio, una cueva con cama y escaleras esculpidas en la roca, un arco de piedra y, para rematar, la Laguna de Alboraj, sin olvidar una subida de vértigo para merendar con vistas a Tobarra (Albacete). Todo esto y mucho más nos hemos encontrado los andarines de Diario Sanitario en una intensa ruta de poco más de 7,5 kilómetros con punto de partida en la pedanía de Aljubé.
✔Andarines: Manuel Martínez, Rigoberto López y Dolores Carcelén

✔Puede seguir la ruta en Wikiloc si pincha aquí
Un miércoles más, en pleno invierno, salimos a las tres de la tarde sin saber el destino. Manuel Martínez, nuestra brújula, médico y dentista recién jubilado, nos guía. Y, sin previo aviso, nos informa de que regresamos a la zona de Tobarra, concretamente a Aljubé, porque detrás del eremitorio de Alborajico nos dejamos un tesoro sin admirar.
Para sorpresa de los tres andarines de la tarde, dentro del eremitorio nos encontramos a una pareja de Cieza que, bajo la chimenea, asaba chuletas. «Hay gente para todo», pensábamos mientras nos dirigíamos a la cueva cercana, abrigo que nos descubriría una auténtica casa esculpida en la piedra, con escaleras y cama, un dúplex que ha sobrevivido al paso del tiempo. Desde ahí, aún sin rumbo fijo, Manuel puso el objetivo en uno de los extremos de la Sierra del Tomillo. Así, sin conocimiento ninguno y como cabras, subimos para descubrir unas vistas increíbles con las que merendamos.
Una casa esculpida




Eremitorio, cueva, ascensión, merienda con vistas… la tarde lo tenía todo, pero aún nos quedaban sorpresas. Al bajar del Tomillo, rumbo a la Laguna de Alboraj, nos encontramos con un espectacular arco de piedra. Otro capricho de la naturaleza para una tarde de finales de enero sin frío.
Ayudados por el esparto, muy útil como asidero en nuestras subidas y bajadas, mientras olíamos la ruda y admirábamos el romero en flor, los andarines caminamos entre pinos y bancales hacia la Laguna de Alboraj. La encontramos algo falta de agua, pero tan bonita como siempre.
Una sorpresa tras otra en una ruta improvisada en la que no caminamos solos. Todo tipo de aves nos acompañaron mientras contemplábamos atónitos sus acrobacias.
Fieles a nuestro lema: «Frente al sedentarismo, senderismo», esta ración semanal de caminar con vistas, alternando silencio y contemplación con anécdotas inconfesables, nos da la vida.
Y, para colmo del disfrute, rematamos el día en el Bar de Juan, en Tobarra.
¿Qué haremos el próximo miércoles? Como dice siempre uno de los andarines: «Qué sabe nadie».


