Cuando Albacete lanzó su SOS ante una crisis desencadenada por el coronavirus que superó a su sanidad, la respuesta de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) no se hizo esperar. Siete científicos, desde catedráticos a becarios, se “remangaron” para apoyar a un Servicio de Microbiología al que le faltaban manos, maquinaria y reactivos. Si el 16 de marzo empezaba el Estado de Alarma, el 18 se ponían a trabajar.
Los científicos, especializados en virología, genética u oncología, cedieron sus equipos y se pusieron al servicio del hospital
Científicos especializados en virología, oncología, genética o dinámica celular cedieron sus equipos, sus reactivos y su tiempo al servicio de un Hospital General Universitario que se quedó sin recursos para diagnosticar el coronavirus.
Esa respuesta a los compañeros del Servicio de Microbiología llegó desde el Centro Regional de Investigaciones Biomédicas (CRIB), con Juan Francisco Llopis, José Javier García, María Ángeles Ballesteros, Piet de Groot, Armando Arias y Diego Manuel Fernández Aroca, y desde Instituto de Investigación en Discapacidades Neurológicas (IDINE), con Susana Alexandre.
Y es que aquel primer lunes del confinamiento, el director del CRIB, Antonio Mas, llamó al centro hospitalario para ofrecer todo lo que tenían sus laboratorios, incluso a sus científicos. En aquel momento, el Servicio de Microbiología ya estaba más que al límite. Les faltaban medios para la extracción del RNA, fundamental para las ahora famosas pruebas PCR.
Una vez que se cogía la muestra del paciente, recogiendo material de la nariz y la garganta, el coronavirus se “rompía” en el laboratorio de Microbiología del hospital para que dejara de ser infeccioso. Era entonces cuando los siete científicos recogían ese material genético del coronavirus, ya inactivado, y se lo llevaban a sus laboratorios para devolverlo en hora y media al centro sanitario.
Hasta 1.600 muestras semanales
Durante los momentos más complicados, el tráfico entre el hospital y los laboratorios del CRIB, que están enfrente, en la Facultad de Medicina, no paró ni durante los fines de semana. Se llegaron a resolver 1.600 muestras en una semana.
Ahora que el virus ha dado un respiro, los científicos han regresado a sus proyectos de investigación. No obstante, en breve recibirán, gracias a la donación anónima de un millón de euros, la maquinaria necesaria para seguir apoyando a la sanidad pública.