• Una ruta ‘navegable’ hasta el Umbrión de Alatoz

    El Autor

    Rigoberto López y Manuel Martínez

    Profesor de Psicología en la Facultad de Enfermería y dentista

    Los andarines de Diario Sanitario nos desviamos hacia la derecha en el kilómetro 40 de la carretera de Pozo Lorente, un término municipal que hemos ‘peinado’, para caminar hasta el punto geodésico del Umbrión de Alatoz. Aunque está nublado, la lluvia y el viento dan tregua en una ruta circular de 10 kilómetros que hicimos en tres horas, con tranquilidad y dedicando una hora a explorar y merendar.

    Hemos bautizado esta ruta como ‘navegable’ porque si bien nos impactaron tanto el arroyo que recorrimos como las vistas del trayecto, lo que más nos llamó la atención fue encontrarnos una barca en una planicie propia de Memorias de África, junto a un corral de ganado. Y es que, aunque miremos antes las rutas en los mapas, misión que encomendamos a Manuel, siempre hay sorpresas.

    Después de un mes de enero duro y un febrero casi peor, divisamos las avefrías, que según los entendidos del grupo son un síntoma de que el invierno inicia su retirada. De hecho, ya vemos alguna flor, aunque haya que hacer malabarismos para retratarla, e incluso algún almendro tempranero, que sospechamos que se helará antes de dar sus frutos.

    Símbolo coreano del amor.

    Conexión con Santo Domingo y Corea

    También agradecemos en esta ruta que las molinetas sólo se vean a lo lejos. Nos hemos acostumbrado a ellas porque están por todas partes, pero sus zumbidos llegan a resultar martilleantes. Así, una tarde de miércoles más disfrutamos del silencio y de la conversación, ya que tenemos una invitada, Ana, la hermana de Manuel, médico dentista en Santo Domingo. Nos habla del calor, de la humedad, de las playas paradisiacas y de su pareja, Gabriel, de Corea, por el que también nos interesamos. Nos maravillamos de la tecnología, que nos permite establecer una videoconferencia con Santo Domingo mientras completamos la ruta al Umbrión de Alatoz. Nada que ver el paisaje que rodea a Gabriel con el nuestro.

    Pasamos por las casas de Los Tejares, el Rincón de Blas y la casa de Torneros en una tarde especial. Juan Antonio nos ha sorprendido con unos vasos ‘plegables’ que lo hermanan eternamente con sus destinatarios. Además, al llegar al punto geodésico llamamos a Pilar, siempre presente con sus espectaculares bizcochos, para cantarle cumpleaños feliz. Tampoco nos olvidamos de Juan y Cesi, que están en otros menesteres.

    El olor a tomillo y romero, entre pinos, enebros y carrascas nos acompaña en una ruta, como nos pasa con todas, inolvidable. También contribuye al buen recuerdo el bar Los Nietos, de Casas de Juan Núñez, con una tapas de museo.

    📍 Aquí puede consultar la ruta en Wikiloc

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