• Un albaceteño en la Agencia Europea del Medicamento

    Juan García Burgos es otro ejemplo del peso que tiene el talento español en Europa, pero la suya no es la historia habitual. Este urólogo albaceteño no recaló en la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) porque huyera de la crisis. Llegó a Londres hace 15 años y hoy, con 45 años, es un peso pesado de un organismo fundamental, la institución que vela por la seguridad de los pacientes mirando con lupa los fármacos. Y es que para que un medicamento se autorice en la Unión Europea tiene que demostrar que sus beneficios son mayores que sus riesgos. La agencia evalúa precisamente esto, dando el visto bueno a la autorización de medicinas en Europa.

    Juan García Burgos  

    Juan García Burgos es “head of public engagement” de la “European Medicines Agency” o lo que es lo mismo, él es la conexión entre la agencia, los pacientes y los profesionales sanitarios. Responsable de mucha de la información sobre medicamentos que la agencia emite para el público, también coordina estos datos con los Estados Miembros, en particular todo lo referente a seguridad, permitiendo así que la misma información sobre fármacos y tratamientos esté disponible al público en toda Europa al mismo tiempo.

    Pero su infancia no tiene nombres en inglés ni secretos más allá del esfuerzo de un buen estudiante. Fue alumno del Colegio Público San Fernando y del Instituto Bachiller Sabuco de Albacete. Juan García Burgos estudió la carrera de Medicina en la Universidad Autónoma de Madrid e hizo la residencia en el Hospital Gregorio Marañón, donde se especializó en Urología. Fue en esta etapa donde empezó a colaborar en ensayos clínicos, y conoció la existencia de la agencia y el mundo del desarrollo de medicamentos.

    En su trayectoria hay notas brillantes, pero también casualidades. Al acabar la residencia, surgieron plazas en la agencia a las que optó. Empezó en el departamento de evaluación, pero en 2004 este organismo al que pertenece tuvo que acortar distancias entre los pacientes y los profesionales sanitarios, abrir nuevas vías de comunicación en las que entró Juan García.

    Independencia

    Detrás de un nuevo fármaco puede haber millones de euros y vidas en juego, de ahí que la agencia tenga un riguroso sistema para garantizar la independencia de sus evaluaciones y recomendaciones. Evitar cualquier tipo de conflicto de intereses es fundamental, de ahí que el suyo sea un sistema blindado a cualquier tentación, ya venga de la industria farmacéutica o de cualquier otra parte interesada.

    Y es que a la agencia llegan fármacos revolucionarios, grandes avances que, aunque interesen a enfermos que viven contrarreloj, nunca saldrán al mercado sin todas las garantías de seguridad y eficacia. Así, como explica Juan García, “es un sistema muy riguroso basado en la transparencia y en el que ningún paso depende de una sola persona, sino de un comité de expertos europeo que evalúa cada medicamento ”.

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    La sede de la Agencia Europea del Medicamento está en Londres, situación que podría cambiar con el Brexit.

    La clave es que es que beneficio para el paciente sea mayor que el riesgo

    Hasta que el fármaco llega al paciente, se suceden numerosos pasos encaminados a garantizar que el beneficio para el enfermo siempre supere al riesgo. La vigilancia exhaustiva continua incluso después de salir al mercado. Las compañías han de enviar a la Agencia Europea del Medicamento los resultados de todos los estudios y ensayos clínicos, así como toda la información que se conozca, y que demuestre que el fármaco sea seguro y eficaz.

    El comité evaluador de la EMA tiene acceso a la mayor “network” de expertos del mundo en temas de desarrollo y evaluación de fármacos y verifica, en base a la evidencia existente, que en todo momento los beneficios superen a los riesgos. Si es así, la EMA emite una recomendación de aprobación del medicamento a Bruselas, a la Comisión Europea, que es el organismo que emite la autorización de comercialización en toda la Unión.

    Alertas

    Una vez que el fármaco está en el mercado, si hay una alerta de seguridad, la agencia inmediatamente evaluará y decidirá si hay que tomar alguna medida preventiva para garantizar la seguridad de los pacientes. La EMA comunica tales medidas y Juan García es responsable de coordinar que la información se distribuya en todos los países de la Unión. Un ejemplo reciente de comunicación sobre seguridad ha sido la referente al tratamiento de la hepatitis C.

    Este especialista albaceteño no es el único español en la agencia. Juan García forma parte de un equipo de más de 900 personas en el que alrededor del 17% de la plantilla es española. Ahora es el “Brexit” y no las inquietudes profesionales, la situación que le puede obligar a salir de Londres.