• Un enfermero en la Guardia Civil

    Nació y creció en la Guardia Civil, como hijo del Cuerpo, y, en cuanto pudo, entró por méritos propios. Enrique García Palomares ha dedicado más de cuatro décadas de su vida a sus dos pasiones, la Benemérita y la Enfermería. En la Comandancia de Albacete ha pasado los mejores y los peores momentos de su trayectoria personal y profesional, desde la satisfacción de salvar la vida a un hombre hasta la tragedia de ser testigo de la pérdida de un compañero, el doctor Francisco Naharro. Se considera el ATS de la Guardia Civil de Albacete, pero 65 años dan para mucho. García Palomares ha servido en Barcelona, Tarragona, Murcia e incluso en Kosovo con los cascos azules de Naciones Unidas.enrique_garcia_palomares

    La Guardia Civil lo ha homenajeado en su 174 aniversario. Y es que, no sin nostalgia, Enrique García Palomares se jubila. Cercano, amable y certero con la aguja, la familia de la comandancia pierde a un miembro que se ha ganado a pulso el cariño de todos. Por sus manos han pasado abuelos, hijos y nietos. De hecho, este ATS calcula que no ha tenido miles de pacientes sino millones.

    Enrique García Palomares ha sido el ATS de la Comandancia de Albacete durante 32 años

    Colgará la bata y entregará su arma, esa reglamentaria que nunca ha desenfundado. Ahora le toca contar a sus nietos que siempre ha sido un orgulloso hijo de la Guardia Civil. El ejemplo de su padre, «dispuesto a ayudar al prójimo las 24 horas del día», le hizo soñar desde muy pequeño con entrar en el Cuerpo. Así, en cuanto acabó COU, en 1974, ingresaba en la Academia de Úbeda. En 1975, inició su trayectoria en Barcelona, en la Agrupación de Tráfico, donde compaginó sus dos pasiones, ya que logró ingresar en la Facultad de Medicina para cursar los estudios de ATS. Estudió y trabajó hasta que consiguió convertirse en el guardia ATS que ha sido siempre, entregado en cuerpo y alma, pendiente de sus pacientes.

    Después de pasar por los servicios de Tarragona y Murcia, hace 32 años que Enrique García Palomares, conquense de nacimiento, recaló en Albacete. Desde entonces vela por los guardias y sus familias, de ahí que sus pacientes vayan desde los meses de vida hasta los 90 años.

    Su trayectoria ha sufrido dos paréntesis. La pérdida del médico Francisco Naharro, un asesinato cuyo dolor aún arrastra, y la misión a Kosovo. Su estancia en el Báltico fue arriesgada. Era consciente de que los caminos estaban plagados de tumbas y de que aún había francotiradores. Pasó momentos difíciles mientras atendía a pacientes civiles y militares, pero allí jamás le apuntaron con un arma o escuchó un disparo. Las paradojas de la vida le llevaron a presenciar el asesinato de un amigo y compañero en su tranquilo botiquín de la Comandancia de Albacete.

    Su mejor recuerdo: salvar la vida de un hombre

    Ahora trabaja con el hijo de Francisco Naharro. No ha olvidado lo que pasó, pero ha seguido con su vida y su trabajo en familia, ya que es así como define a la Guardia Civil. De hecho, el guardia Enrique García Palomares hoy dice sin dudarlo que, si pudiese volver al pasado, entraría en la Guardia Civil y estudiaría ATS para cuidar de los guardias y sus familias. Reescribiría cada etapa de su formación sin cambiar una sola letra.

    Trabajó destinado en Kosovo con Naciones Unidas

    El mejor recuerdo se lo lleva de un peatón al que salvó la vida. Lo atropellaron mientras cruzaba en las inmediaciones de Comandancia. Cuando lo avisaron, salió corriendo a socorrerlo y se lo encontró inconsciente boca abajo. Lo atendió hasta que llegaron los servicios de emergencia. Y, hoy, aunque han pasado tantos años que ni recuerda el número, aquel paciente le advierte una vez al año que sigue celebrando cumpleaños gracias a él.