• Objetivo: que nadie fume ni vapee

    El Autor

    José Miguel Rodríguez González-Moro

    Jefe de Servicio de Neumología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias y director de Respirama

    No existe un estilo de vida saludable compatible con el tabaquismo. El consumo de tabaco es una amenaza clara para todos los países. Es por ello que todas las políticas sanitarias están encaminadas a que la población alcance el cesamiento. El tabaquismo es el causante del 70% de las muertes por causas respiratorias y es el responsable de más del 90% del cáncer pulmonar, cerca del 75% de la EPOC y en amplia medida de la enfermedad cerebrovascular y cardiovascular.

    No existe un estilo de vida saludable compatible con el tabaquismo. Artículo de opinión del Dr José Miguel Rodríguez.
    Ni fumar ni vapear, para una vida saludable no existe tabaquismo bueno.

    El 24,4% de la población con más de 15 años es fumadora

    Actualmente se presentan tres formas de consumo, el tabaco de combustión o tradicional, los cigarrillos electrónicos o vapers y el tabaco calentado. En España, el 24,4% de la población con más de 15 años es fumadora, de ellos, el 22,1% lo hace a diario. Además, es importante señalar como no ha disminuido el consumo a lo largo de los últimos años. A pesar de que el 33% de la población joven continúa fumando, no se ha dado un aumento relevante del uso del cigarrillo electrónico como para justificar la falta de descenso de estas cifras. De esta manera, se está observando como estas nuevas alternativas están teniendo un papel más señalado como sustitutivos o para tratar de alcanzar la cesación que para aumentar los usuarios, pese a la percepción social que hay de ellas.

    Estilo de vida saludable y tabaquismo son incompatibles

    El abordaje del problema del tabaquismo debería ser realizado mediante diferentes aspectos. El primero sería la implicación de los gobiernos, gracias a la redacción de las leyes antitabaco se consiguió un impacto clave en la protección del no fumador. Seguido de una prevención primaria, en este aspecto la actividad más importante se hace desde la educación en colegios e institutos. Es aquí donde observamos que comienza el hábito tabáquico y, por tanto, hay que tratar que no se dé ni en su forma convencional ni en formatos nuevos como los vapers.

    Tratamientos

    Después, es evidente el enfoque en el tratamiento del fumador que desea dejarlo, haciendo hincapié en que, sea cuando sea, la cesación produce una disminución notoria en el riesgo de desarrollo de enfermedades relacionadas con el tabaco. Estas intervenciones, se reducen hoy en día a los tratamientos sustitutivos con nicotina, la terapia conductual y la citisina, como única terapia farmacológica financiada disponible. Con todo esto, a pesar de realizar una praxis ejemplar, la eficacia es limitada y sólo el 20% deja de fumar.

    Por último, cabe la necesidad de valorar las posibles alternativas. Dado que existe el problema de que pacientes con enfermedades producidas por tabaco, como asma, EPOC y cáncer de pulmón siguen fumando, la reducción del riesgo en aquellos que no quieren o no pueden cesar el consumo debería ser la vía a seguir. Dado que, pese a que no se trata de alternativas inocuas, son opciones con una disminución del impacto en salud.

    El dilema de los que no quieren o no pueden

    Ante esto, se pueden observar dos posturas en la sociedad médica. Por un lado, una pragmática que apoya que la obtención de este cambio de consumo por la población fumadora que no puede o no quiere cesar el hábito puede ser algo beneficioso para la salud general, ya que, aunque siga siendo parcialmente tóxico, se podrían evitar muertes y enfermedades relacionadas. Por el otro lado, se encuentra la moralista que niega rotundamente cualquier forma de utilización dado que el objetivo es la erradicación de la nicotina, sin tener en cuenta la opinión individual.

    Estas nuevas herramientas se basan en el aporte de nicotina, mantenimiento de la conductualidad en el uso y una menor toxicidad. Ya que el desarrollo de los efectos negativos del tabaco convencional es debido a la combustión, con estas opciones se evita el quemado del producto y, por tanto, el humo y los tóxicos en suspensión que este contiene. Esta reducción de sustancias dañinas es de entorno al 95%, reflejándose tanto en las vías respiratorias como en sangre. De esta manera, en una comparación del consumo entre el cigarrillo convencional, el tabaco calentado y la cesación tabáquica, se puede observar una reducción significativa en componentes como el monóxido de carbono o la acroleína.

    Faltan estudios

    Además de ello, estudios a largo plazo (3,5 años) han demostrado que el cambio al uso de estas alternativas mejora los riesgos de enfermedades relacionadas con el tabaco como las exacerbaciones de EPOC, asma, hipertensión arterial, etc. llegando a reducciones similares a las que se obtendrían dejando de fumar. Además, mejoran la calidad de vida. No obstante, son necesarios estudios más rigurosos de toxicidad y debe vigilarse la comercialización para evitar que sean productos que favorezcan una vía de entrada al consumo en población joven.

    La pandemia tabáquica no cesa

    En conclusión, la pandemia tabáquica se mantiene y no parece disminuir. La educación y el tratamiento son los pilares básicos del abordaje tabáquico apoyados por una legislación rigurosa para respaldar al paciente y proteger al no fumador. Sin embargo, es necesario conocer las alternativas de riesgo reducido para las situaciones donde no se puede o quiere cesar el hábito. Y el objetivo de vida saludable debe de ser conseguir que nadie fume ni vapee.

    Un comentario

    1. Yo me he pasado al rape, me meto el tabaco por la nariz y no me lo pueden prohibir en ningún sitio.

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