
¿Qué pensaríais de un médico que al terminar la carrera quemase los libros? ¿Después de seis años de carrera y uno dedicado a estudiar el MIR, liberado y harto de dejarse los ojos, decidiera no volver a leer un libro, ni una revista, ni asistir a una sola clase, conferencia o congreso? ¿Qué diríais de un médico que después de un año, cinco años, diez o de 25 años no hubiese vuelto a estudiar, a preguntar o indagar? ¿Qué pensaríais de un médico que no se ha informado sobre el último consenso en su especialidad, ni el penúltimo, ni el antepenúltimo?
Ni siquiera se nos pasa por la cabeza que esta situación pudiese existir. Todos asumimos que la investigación constante y los nuevos avances obligan a cambios de actitud y de tratamientos, y, claro, obligan a una constante renovación y revisión de lo aprendido: libros, revistas, internet, redes sociales, sesiones, documentación, estudios, investigación, ensayos, cursos, jornadas, congresos… Un sinfín de actividades formativas a las que el médico debe acudir, de hecho lo hace feliz, porque la vocación del médico conlleva la curiosidad por los nuevos avances, y la utilidad que estos pueden tener para los pacientes.

Neumocete, celebrado por primera vez en 2016, es un ejemplo de congreso en el que una especialidad se pone al día.
Pero ¿quién forma al médico? ¿La administración, la empresa que lo contrata? La respuesta es NO, sólo hay que recurrir a las actividades formativas patrocinadas de esta manera: Insuficientes, poco dotadas y que habitualmente salen adelante por el esfuerzo, generosidad (habitualmente son gratuitas o a muy bajo coste) y necesidades curriculares de quienes las imparten.
Además, habitualmente se realizan a costa del tiempo libre. ¿El propio médico? En muchas ocasiones es así, el propio médico se paga su curso, sus libros, sus jornadas y sus congresos (congreso de la SEPAR : Inscripción 900 euros, viaje 300 euros, hotel 700 euros (generalmente no hay habitaciones), taxis, comidas, etc: 2.000 euros en 3 días. Libro de Medicina: 100-300 euros. Máster en…: 3.000-6.000 euros). La mayoría de los médicos, con sueldos españoles, no pueden asumir estos gastos o sólo los pueden asumir en algún caso concreto.
La formación depende de los laboratorios farmacéuticos
La respuesta a la pregunta es que la formación depende de los laboratorios farmacéuticos. Hay gente que critica y, con razón, que los laboratorios darán más importancia a las enfermedades, fármacos e investigaciones que les resulten rentables. Hay que tener en cuenta una idea importante: el médico tiene que estar formado en esas patologías. Pero, ¿qué se puede hacer para formarnos en lo poco rentable? El propio médico habla con los laboratorios pidiendo una subvención para eso, las sociedades científicas utilizan los recursos que tienen (adquiridos de muchas formas, en su mayor parte de laboratorios) y los distribuyen invirtiendo en esa formación menos rentable, etc…
De esta forma, el médico puede asumir el coste económico de esa formación, pero además está el coste en tiempo, habitualmente a costa de su tiempo libre. El coste en tiempo que supone la formación para personas con jornadas semanales de entre 45-55 horas (mañanas, tardes, fines de semana, guardias, etc) hace que muchos renuncien a oportunidades formativas. ¿Qué pasaría si, además del coste en tiempo, supusiese una merma importante en la capacidad adquisitiva del médico? ¿Qué pasaría si Hacienda cobrase por cada congreso internacional (2.000 euros), nacional (1.000 euros), jornada formativa de fin de semana (1.000 euros),…?
¿Cuántas posibilidades se perderían? ¿Quién resultaría perjudicado?
- El médico: dejaría de hacer muchos de los cursos (lo bueno es que tendría más tiempo libre).
- El sistema: poco a poco iría degenerando por falta de formación e innovación.
- El paciente: no se beneficiaría de las últimas novedades.