• “Asprona engancha”

    Marina es la culpable de que Lucio Gómez esté “enganchado” a una asociación “de la que recibo el triple de lo que doy”. La relación de este padre con Asprona nació un 5 de enero de hace 28 años. Una madre de la asociación visitó al matrimonio para explicarle lo que suponía tener un hijo con síndrome de Down y la importancia de la atención temprana. Tres días antes, el 2 de enero, había llegado al mundo la pequeña de sus tres hijos, Marina.

    Después de un embarazo normal, el mejor de los tres con diferencia, y las ecografías pertinentes, nada hacía presagiar que Marina fuese a tener un cromosoma de más, pero Lucio y su mujer, Mari Luz, sabían lo que era y decidieron aceptar lo que les había tocado sin dramatismos, al contrario, con la fuerza necesaria para empezar a trabajar con su hija cuanto antes.

    Lucio aún recuerda el momento en el que nació Marina. Estaba en el hospital con su suegra, en una sala de espera, cuando un enfermero le dijo que debía pasar a hablar con el pediatra. Fue entonces cuando el médico pronunció aquella frase: “Su hija no es normal”, para añadir, a continuación, que tenía síndrome de Down.

    Superaron la infancia con los sobresaltos propios de una niña que se acatarraba, con los pulmones débiles y una dolencia cardiaca, pero a los 11 años Marina se sometió a una operación en el hospital madrileño de La Paz y, desde entonces, es una deportista más. Hoy es una joven de 28 años, presumida, cariñosa y trabajadora que se ha integrado en todos los ambientes, que sale con sus amigos, como cualquier chica de su edad, y que no para entre su empleo en Asprona y sus múltiples actividades.

    Ella es la responsable de que su padre, un diplomado en márkenting del pueblo toledano de Corral de Almaguer, esté al frente de una asociación para la atención a personas con discapacidad intelectual, Asprona, que da empleo a más de 300 trabajadores y atiende a más de 1.200 usuarios en la provincia de Albacete. También es el responsable de la Fundación Asla, que emplea a 200 personas, 175 de ellas con discapacidad.

    Y eso que Lucio Gómez llegó a Albacete de casualidad. Natural de Corral de Almaguer, trabajaba en la multinacional de estudios de mercado ACNielsen, en Madrid, cuando le comunicaron que podía elegir una capital de provincia. Su mujer le dijo que guardaba buenos recuerdos de la Feria de Albacete, que por qué no probaban esa ciudad, y aquí acabaron. Llegaron para un par de años y ya llevan 36.

    Así, su mujer lo tentó con Albacete, su hija pequeña hizo que se enganchara a Asprona y la psicóloga que trató a Marina de pequeña, en Atención Temprana, le animó a que entrara en la junta directiva. Ahora Lucio Gómez es el sexto presidente de Asprona. Se enfrenta a su segundo mandato con la intención de entregarse en cuerpo y alma, como hizo durante los cuatro años anteriores. Su receta cuenta con unos ingredientes muy sencillos: transparencia, solidaridad, ética y buenas prácticas por bandera. A sus 65 años, tiene tiempo y ganas para impulsar una asociación “con 55 años de historia y un futuro aún más grande”.

    Su tarea es complicada, pero también gratificante. Y es que Asprona es el brazo ejecutor, pero es la Administración quien debe velar por la igualdad de todas las personas, de ahí que subvencione el trabajo de la asociación. En este punto, Lucio Gómez ha pasado por momentos difíciles durante la crisis, sin embargo, todo se ha arreglado con diálogo independientemente del partido político que estuviera al frente del Gobierno regional.

    En opinión del sexto presidente, “Asprona imprime carácter; te engancha”. Lo hizo con él y con el grupo de padres jóvenes que, en su momento, decidieron formarse, aprender e implicarse en el mundo de sus hijos.