• Medicina rural: una aventura diaria

    La enfermera Pilar Martínez en plena ruta.

    Yeste, con sus 140 aldeas y cortijos, es uno de los municipios más dispersos de Europa. Si a esta circunstancia se le suma una población envejecida y un invierno que no perdona las nevadas, el resultado es una atención médica que, aunque garantizada, lleva a facultativos, enfermeras y conductores de ambulancia a que el día a día sea toda una aventura. Con más de 500 kilómetros cuadrados de superficie, este municipio albaceteño cuenta en plena Sierra con dieciséis consultorios y cuatro rutas que el equipo médico recorre gracias a que las quitanieves no fallan abriendo camino.

    Y es que el doctor Luis Llopis tiene pacientes de 98 años, por lo que irremediablemente tiene que ser él quien llegue hasta ellos. Cortes de luz, carreteras cortadas o cortijos incomunicados forman parte del día a día de la Sierra, pero si hay una urgencia, el equipo médico llega, igual que si se va el suministro eléctrico, el paciente con oxígeno tiene bombonas de repuesto. La del fin de semana ha sido la tercera nevada del invierno. Además, aunque copiosa, la nieve, que tanta falta hacía, no ha ido acompañada de fuertes heladas, por lo que la ruta sanitaria no ha tenido más problema que rodear el valle en lugar atravesarlo. Además, en Yeste no se pueden rendir ya porque, desde que los viejos recuerdan, ha nevado en febrero.

    Fotografías: Luis Llopis

    En cuanto arrecia el frío, las toses y bronquitis agravan las cardiopatías de una población cuya media de edad ronda los setenta años, por lo que el engranaje sanitario de la Sierra tiene que estar bien engrasado. Para empezar, el equipo médico cuenta con un vehículo todoterreno y, si las carreteras estuvieran muy mal, entra en juego la ambulancia, que tiene cadenas, ya que en muy raras ocasiones ha tenido que ser la Guardia Civil la que acorte distancias con los enfermos.

    La farmacia de Yeste paga un taxi que ese mismo día repite la ruta del equipo sanitario repartiendo la medicación

    Pero el problema no está sólo en que médico y enfermera lleguen a su destino, ya que lo hacen aunque suponga una media de más de cuatro horas de coche por jornada. El paciente de la aldea no tiene medio de transporte, por lo que la farmacia de Yeste paga un taxi que ese mismo día repite la ruta del equipo sanitario repartiendo la medicación. Si el doctor Llopis acaba a las cinco de la tarde de introducir todos los datos de los pacientes en el ordenador, incluida la medicación prescrita, a las ocho el envío de la farmacia puede estar ya en su destino.

    Además, en lugar de ir el paciente al centro de salud en busca del tratamiento con nebulizadores, los aparatos se reparten entre las aldeas hasta que pasa la época de las bronquitis.

    Todo está pensado para que una población envejecida, sin transporte ni calefacción, pase el invierno al calor de la lumbre y con la atención médica, enfermera y farmacéutica que necesite a domicilio. Aunque la orografía es complicada y las aldeas han llegado a estar días incomunicadas, el doctor Llopis ha asegurado que todo se prevé para evitar dramas.

    También le puede interesar:

    Nerpianos, entre dos mundos sanitarios