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Un poderoso salto de agua. Un impresionante cañón rocoso cual inexpugnable muralla de piedra, la Hoz del Júcar. Y un esquivo caminito de agua que es toda una bendición para los sentidos. Son sólo algunas de las sorpresas que nos depara una espléndida mañana primaveral, florida por doquier, soleada a más no poder.
El cometido es bien sencillo, hacer la ruta de los Dornajos que nos llevará de La Recueja a Jorquera. Apenas diez kilómetros facilones, bien señalizados, sin desnivel alguno, en una ruta circular que tiene el inconveniente de regresar al punto de partida por la carretera que conecta estos dos pueblos de la Manchuela.
No es la primera. Tampoco la segunda. Ni mucho menos la tercera. Salir al campo nunca, nunca decepciona, como bien saben nuestros andarines. Esta ruta, aparentemente descafeinada y sin grandes atractivos, acaba deslumbrando con el paso de los kilómetros. Ya sea por el majestuoso desfiladero que todo lo preside, ya sea por la emblemática postal de Jorquera a lo lejos, e incluso por ese sempiterno Júcar que se crece por estos lares, el paseo es una delicia.
Todo empieza en La Recueja, apenas a cincuenta kilómetros de Albacete, 221 habitantes, pequeña y singular donde las haya. Y las indicaciones son claras. Seguid el curso del Júcar, que todo lo domina en estos parajes, en dirección a Jorquera, otra estampa envidiable. Y entre medias disfrutad de esa explosión floral primaveral, del incesante concierto de trinos de pájaros a cual más encantador y de ese embriagador e interminable paisaje de barrancos, cañones y desfiladeros. Buen provecho.
Un paseo de diez kilómetros
