
Hoy quería contarles un cuento muy antiguo que nos muestra una pequeña pero gran enseñanza sobre cómo manejar y lidiar con los pensamientos, los problemas y las preocupaciones que sobrellevamos día a día:
El cuento dice así:
“Había contratado un carpintero para ayudarme a reparar mi vieja granja.
Él acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.
Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio y con la mirada sombría.
Una vez que llegamos, me invitó a entrar y conocer a su familia. Pero antes de entrar por la puerta se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario y tocó el tronco con ambas manos.
Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energía había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche.
Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.
– Ese es mi árbol de los problemas, – contestó – Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo, pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo otra vez.
– Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando salgo por la mañana a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior.”
Los problemas y las preocupaciones siempre nos acompañan, vienen y van, pero siempre están ahí, cuando nos quitamos una preocupación al momento viene otra, y normalmente lo hace en forma de pensamientos; pensamientos recurrentes, negativos y machacones. Lo importante en todo esto es saber que debemos aceptar que eso ocurra, aceptar que tenemos esos problemas y preocupaciones, aceptar que la vida es así, una carrera llena de obstáculos que debemos salvar y superar, y que si echamos la vista atrás vemos que la mayoría de las veces hemos sido capaces de solventar. El problema es que somos “muy cortos de memoria” y no nos acordamos de las veces que hemos superado esos problemas en el pasado y por tanto, nos aferramos al problema actual dándole una importancia que la mayoría de las veces no la tiene y dramatizamos en gran medida esa situación actual.
Debemos por ello hacer como el protagonista de nuestro cuento, “colgar” nuestros problemas en el olivo, para recogerlos al día siguiente. La meditación es una genial forma de dejar nuestros problemas colgados en el árbol, con la meditación aceptamos todo lo que nos pasa, no intentamos cambiar nada en ese momento, no luchamos contra nuestras preocupaciones, las dejamos colgadas en el árbol y “lo curioso es, que cuando salgo de la meditación a recoger los problemas del árbol, ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche anterior”.