• El médico, frente al doctor Google

    Internet puede ayudar o desquiciar al paciente. Es un cajón de sastre donde encontrar millones de definiciones, tratamientos, estudios científicos y engaños. Los médicos de Atención Primaria ven a diario cómo los enfermos llegan con diagnósticos preconcebidos o exigiendo mejores tratamientos, desde el que quiere superar una inmunodeficiencia con actimel hasta el que ha leído que el limón cura el cáncer o el que llega convencido de que un ataque de ansiedad es un infarto fulminante.

    Aquí es donde el facultativo se tiene que armar de paciencia para desarmar a la Red de Redes hasta lograr que el paciente entre en razón.  Según el doctor Pedro Tárraga, no es complicado. “Hay que explicarles que no se pueden fiar de todo lo que vean y razonarles el motivo por el que el tratamiento que proponen no es el más acertado o que no tiene nada que ver con su caso. Como hay confianza, es fácil que lo entiendan, pero sí, la mayoría lo mira todo en Internet”.

    Y es que, según los últimos datos publicados por Eurostat, la oficina europea de estadística, la mitad de la población española usa Internet para informarse sobre temas relacionados con la salud, el doble que hace una década.

    En la consulta del doctor Francisco Martín Ros también entra juego Internet, pero no a diario. Para este médico, el problema está en los hipocondríacos porque, hasta que llegan a la consulta, se enfrentan a un sufrimiento innecesario. En su caso, las personas mayores no suelen consultar Internet, pero los jóvenes sí lo hacen. Entraría dentro de la anécdota, porque no es lo habitual, pero este facultativo sí se ha encontrado con pacientes que han entrado en la consulta llorando por unas toses con dolor de pecho, convencidos de que tenían un cáncer de pulmón. Aquí es el médico el que se convierte en el tratamiento contra un doctor Google que rara veces acierta con los síntomas y menos aún con el tratamiento.

    Las mismas circunstancias se dan en Pediatría, los especialistas como el doctor Miguel Romero ven padres tan asustados como confundidos que se ponen en lo peor. “Lo bueno es que confían en ti y, cuando los tranquilizas, optan por hacerte caso y no volver a mirar”. Se encuentran con todo tipo de síntomas, consecuencias, imágenes y estudios que no pueden digerir, por lo que, según este pediatra, después del primer susto, los padres optan por dejar todas las dudas en manos del médico de carne y hueso y olvidar al virtual.

    No obstante, la dificultad para conseguir cita con el médico de cabecera o el pediatra en el día, lleva a que la espera se atenúe con indagaciones en Internet que no hacen sino elevar la sugestión. Así, tres palabras en Google, como “dolor de cabeza”, llevan a más de 1,6 millones de resultados y a las más variopintas consecuencias.

    En cualquiera de las circunstancias, antes de angustiarse con un sinfín de datos, “consulte con su médico”.